Manuel Manonelles -CR Acabamos nuestro recorrido de la presencia montserratina en la Italia meridional visitando la Campania y la Basilicata. Lógicamente empezamos por Nápoles, capital de la Campania como lo fue del antiguo Reino de las Dos Sicilias. La primera iglesia de la que tenemos conocimiento dedicada a la morenita fue construida en 1506 a iniciativa de un monje procedente de la Abadía de Montserrat.
Este templo presidía, hasta finales del s. XIX, el cruce de la vía San Bartolomeo y la vía del Oporto, una zona especialmente dinámica y bulliciosa. A finales de siglo, sin embargo, fue derruida, a raíz de las reformas urbanísticas en el centro de esta ciudad fruto de las corrientes higienistas tanto en boga en aquellos momentos. Sin embargo, el templo fue reconstruido en una calle de nueva creación y que cogió el nombre también de Via Monserrato, junto a donde se había localizado el templo original.
Este nuevo templo será víctima de los bombardeos aliados sobre la ciudad en 1941 y quedó gravemente dañado. Tanto que nunca más se volvió a utilizar como templo. Cerca, y en conmemoración de más de 400 años de devoción montserratina, unos vecinos hicieron construir en 1950 una pequeña capilla de calle conmemorativa, hoy superviviente.
A unos 50 kilómetros al este de Nápoles se encuentra Avellino, donde se localiza el antiguo monasterio de San Juan con el templo anejo de S. María de Monserrato. Todos ellos surgieron el s. XVI de la beneficencia de María de Cardona, aristócrata de una rama italiana de la famosa estirpe catalana conocida por su devoción montserratina, que gobernó aquellos territorios.
Al sur y junto a Avellino encontramos Contrada, donde la parroquia está dedicada también a Santa María SS di Monserrato, celebrando su fiesta durante el mes de abril. En el Norte de Nápoles localizamos tres nuevos municipios que comparten la devoción: Aversa, Càpua y Casoria. En el caso de Aversa encontramos el pequeño templo, de nave única, de Monserrato construido por padres benedictinos entre 1689 y 1692. Recientemente ha sido restaurado y restituido al público, y está presidido por un fresco de época de nuestra patrona.
En Càpua, en cambio, está dentro de la iglesia de la SS. Anunziata que encontramos una magnífica tela que representa nuestra madona, de mediados del s. XVIII y obra de Fidele Fiaschetti; mientras que en la importante basílica de San Mauro Abate de Casoria se localiza la pala della Madonna di Monserrato, encargada al pintor napolitano Giovan Vincenzo DʼOnofrio en 1600 por parte del rico comerciante local Cesare Valentino, que aparece al pie de la obra como donante acompañado de su familia.
Pasamos a la Basilicata. En este caso en el municipio de Grumento Nova donde, en las afueras del mismo y en una zona elevada del término municipal (un característica que se va repitiendo y que no deja de ser significativo teniendo en cuenta el referente del Montserrat original), se encuentra un pequeño santuario que cuenta también con una larga historia. Fue fundado en 1582 por un arcipreste local de nombre Ettore Giliberti.
El templo original fue derruido a causa del terremoto de 1857, por lo que lo que vemos actualmente reconstruido es de dimensiones menores que el original del s.XVI. Lo que no ha disminuido, en Grumento Nova, es la devoción a la morenita -de nuevo
representada en este caso blanca-, en dos fiestas principales. La primera es el martes después del domingo de Pascua, cuando la Virgen es transportada a hombros desde la colegiata de Grumento a la capilla que lleva su nombre. La segunda, y la más concurrida, es el último domingo de agosto cuando la madona es transportada de nuevo al municipio para que pase el invierno. La entrada al municipio es especialmente celebrada, con un conjunto de elementos folclóricos, y con unas fiestas que se alargan una semana.
Más al sur de la Basilicata, en Craco, encontramos de nuevo una arraigada devoción a la Virgen de Montserrat. Por un lado tenemos conocimiento de que en el antiguo núcleo de este municipio, hoy deshabitado desde el terremoto de 1975, existía una capilla dedicada a nuestra madona desde el s. XVI fundada por la familia DeSimeone, y que ésta fue restaurada a principios del s. XX con donativos de nativos de Craco emigrados a América. A raíz de dicho abandono del pueblo, la devoción se trasladó al municipio de nueva construcción, Craco Peschiera, concretamente al templo de San Nicola Vescovo.