Glòria Barrete -CR Desde las nueve de este lunes los participantes del Sínodo que se inicia este miércoles en Roma se encuentran de remanso. Una pausa previa y necesaria para asumir el trabajo de la segunda parte del Sínodo que tiene como objetivo concretar y hacer propuestas al Papa para seguir construyendo una Iglesia sinodal misionera. El obispo de Solsona, Francesc Conesa, es uno de los participantes de este Sínodo que celebra la segunda parte de los 2 hasta el 27 de octubre. Nos atiende minutos después de recoger la carpeta del Sínodo y su acreditación.
"El Papa quiso hacer dos partes del Sínodo", nos cuenta Conesa, en referencia a la primera parte -celebrada hace un año- y ahora en la segunda parte que se inicia este miércoles. "Creo que es una buena idea espaciar a ambas partes", reconoce el obispo Solsona.
Esta segunda parte, explica, "es el momento de concretar, de centrar el tema de la sinodalidad", y de establecer, afirma, "los instrumentos que faciliten la sinodalidad real", ya que, reconoce Conesa, "si no concretáramos ahora, mucha gente se sentiría decepcionada".
Conesa recientemente ha aterrizado en el Vaticano y acaba de recoger la acreditación y la carpeta de trabajo. Un momento previo al Sínodo que ya le ha servido para volver a confirmar cómo la Iglesia es universal y diversa. "Acabo de encontrarme con el arzobispo de Montevideo y también con un obispo de África", explica Conesa. "Esta diversidad en la Iglesia es una riqueza", reconoce, pero al mismo tiempo también "es una dificultad", en momentos de toma de decisiones.
Uno de los retos del Sínodo es sin duda, "establecer unas líneas, unos itinerarios marco para la Iglesia", explica Conesa, pero sin olvidar, matiza, que cada Iglesia va a su ritmo, y debe adaptarse las cosas en cada situación. "En la Iglesia los cambios nunca son de un día para otro", recuerda el obispo de Solsona.
Otro de los retos, desde el primer día de la celebración del Sínodo en 2023, es hacer llegar el Sínodo "hasta el último fiel de nuestras parroquias". Esta sinodalidad debe vivirse, pide Conesa, "y hay que caminar en esa dirección".
¿Cómo hacerlo?, le preguntamos al obispo catalán. Empezando por los jóvenes, afirma, "porque vivirán otra forma de ser Iglesia", y también "no olvidando los seminarios", recuerda. Es necesario, pide, "que los sacerdotes tengan este talante y se crean la idea de ser corresponsables con los laicos". Al final, reconoce el obispo, "estamos aplicando lo que nos marcó el Concilio Vaticano II".