VÍCTOR RODRÍGUEZ –CREl monasterio de San Pedro de las Puellas ayer jueves estaba de fiesta grande. No festejaba ni su fundación ni su patronaje, sino que la hermana Montserrat Mercadé i Camps cumplía cien años de vida rodeada de su comunidad y familia. Nacida el 4 de julio de 1924 en el barrio de Horta de Barcelona, Mercadé entró en el monasterio en 1951, profesando solemnemente como benedictina el 25 de marzo de 1957.
Monja muy catalanista y amante de la liturgia y del gregoriano, Mercadé ha estado muchos años en el taller de ornamentos y bordados que tenía el monasterio, puesto que tenía una gran destreza y delicadeza con los trabajos que precisaban unas buenas manos. También hizo durante muchos años el servicio de portería donde aprovechaba para mantener fresco al inglés, leyendo y profundizando en esta lengua.
Se da la casualidad que este año se celebren también los 50 años de presencia de las monjas de San Pedro de las Puellas en el Santuario de Puiggraciós, de donde Mercadé fue la primera priora. Las monjas llegaron allí en septiembre de 1973 respondiendo a la llamada de los curas de los pueblos del entorno del Santuario, que manifestaron la necesidad de que una comunidad monástica se hiciera cargo de Puiggraciós. Montserrat Mercadé fue una de las primeras seis monjas que con su presencia en Puiggraciós cambiarían la vida espiritual de este santuario del Vallès hasta el día de hoy.
Unos años antes Montserrat Mercadé había viajado hacia Manacor para ayudar a las monjas Siervas de la Santa Familia -casa hoy dependiente de San Benito de Montserrat- a dar el paso hacia el orden benedictino. Fue una respuesta conjunta de los monasterios de san Pedro de las Puellas y de san Benito de Montserrat a la llamada de esta pequeña casa religiosa mallorquina para integrarse y adoptar el orden benedictino. Mercadé, con su presencia en la isla junto con otras hermanas, ayudó a las monjas mallorquinas a realizar el cambio hacia el carisma benedictino.
Actualmente, el Monasterio de San Pedro de las Puellas, encabezado por la abadesa Esperança Atarés cuenta con una comunidad de dieciséis hermanas, dos de las cuales residen en Puiggraciós. Son Maria Teresa Botey y Roser Caminal, que llegaron en 2019.
Recuerdos de los incendios de hace 30 años en Puiggraciós
Por la tarde, Puiggraciós se llenaba para recordar que un 4 de julio de 1994 todo el entorno del Santuario se quemaba. Ese año fatídico de fuegos en todo el país las llamas llegaron hasta el Santuario, que apenas sufrió ningún daño más allá de una ventana. Las monjas pudieron irse avisando, también a los vecinos más cercanos, cogiendo el Santísimo y la imagen gótica de la Virgen para evitar que se pudieran quemar.
En recuerdo de estos hechos, el Ayuntamiento de L'Ametlla del Vallès organizó ayer un acto social en Puiggraciós moderado por el historiador garriguense Albert Benzekry, con la presencia de muchos alcaldes y autoridades de los pueblos afectados por ese incendio, así como de los servicios de extinción y protección del medio ambiente y de muchos vecinos que llenaron el Santuario junto a las monjas.