Glòria Barrete -CR La Junta de Gobierno Local del Ayuntamiento de la Seu d'Urgell aprobó a finales de abril, por unanimidad, la licencia de obras que debe permitir la construcción del futuro centro de salud mental del Alto Pirineo. El proyecto, liderado por el obispado de Urgell, se ubicará en el ala oeste del edificio del Seminario Diocesano de la Seu d'Urgell y será gestionado por Benito Menni Complejo Asistencial en Salud Mental (CASM), concertado por la Generalitat y que depende de la Congregación de Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús.
Un proyecto ambicioso y muy trabajado que ha sido desde el primero una apuesta personal y colectiva del obispado de Urgell. La financiación de la obra es fruto, en una parte importante, del legado que dejó Maria Maestre Pal a su muerte, en 2010, para que se destinara a proyectos sociales en la Seu y el Pirineu, mediante el obispado de Urgell. "El obispo y el obispado han sido generosos, es la verdad, destinando la herencia recibida a la salud mental", reconoce Joan Orrit, director gerente de Benito Menni Hermanas Hospitalarias, y uno de los hombres implicados en todo el proceso de gestación del futuro centro de salud mental del Alt Pirineu.
El nuevo servicio de ámbito pirenaico se ubicará en el edificio del Seminario Diocesano y dará servicio a municipios que forman parte de la diócesis de Urgell. Concretamente, el equipamiento ocupará el ala oeste del extenso recinto, situado en la avenida del Camí Ral de Cerdanya y junto al centro histórico de la Seu.
El proyecto constructivo contempla que tendrá una capacidad máxima de hasta 97 camas de hospitalización para atender a personas con problemas de salud mental de todo el Pirineo catalán y de Andorra. “De esta forma se evitará que tanto ellos como sus familiares tengan que desplazarse a centros ubicados lejos de la zona, como los que hay en Lleida o en Barcelona. También se prevé que habrá servicio de centro de día”, afirma Orrit.
Un proyecto que tiene como hilo conductor la recuperación en salud mental, “normalizar a las personas en su vida”, explica Orrit, “en un régimen abierto, en el que las personas salgan libremente de la comunidad y participen de todas las actividades, también las espirituales que son muy importantes”. Desde la congregación siempre hablan de proyecto de vida, ya que a las personas "les ofrecemos un itinerario de vida, un proyecto de vida para profundizar en ellos y ganar así la máxima libertad y normalización".
Un nuevo centro de salud mental que ha supuesto una gran tarea previa a las obras, como radiografiar necesidades y poner los espacios al servicio de la ciudadanía. "Es a partir de los espacios y de las necesidades que se hacen los planos y a partir de ahí se piden los permisos para poder hacer la obra". En cuestión de pocas semanas podrían iniciarse así las obras del nuevo centro.
"Lo que es importante en un proceso de este tipo es sobre todo el interés del ciudadano perquè abre del interés del proveedor", reconoce Orrit. Lo que se hizo una vez el obispado manifestó esta voluntad y proactividad, fue hablar con la Unión Catalana de Hospitales para realizar un estudio de necesidades. "Se hizo de manera seria y muy rigurosa, hablando con muchas personas -agentes políticos, profesionales sanitarios, planificadores, de Cataluña como de Andorra- para llegar a detectar las necesidades que podríamos atender en este nuevo edificio".
A partir de ahí, era necesario generar una visión compartida entre muchas instituciones y agentes. "Aquí la clave es el ciudadano, el beneficio que podrá tener la persona, sea andorrana o sea catalana, por tener este beneficio y una oferta más ancha de servicios".
Y es que se veía claro desde hacía muchos años que existía una evolución en el ámbito de la salud mental y también una necesidad. "Por parte del Obispado se veía y se había hablado de ello, y es un tema que ha ido aflorando y de forma muy natural", recuerda Orrit. A partir de las necesidades detectadas se ha diseñado una carta de servicios que tendrá el centro, permitiendo también planificar mejor los espacios necesarios para llevar a cabo este plan funcional. “Los espacios llegan después de ver las necesidades, llevamos un largo período trabajando, dos años, porque es importante acertar la tecla”.
Unos recursos que el obispado pondrá a disposición y rehabilitará y que los servicios sociales catalanes y de Andorra contratarán. ”Orientación al ciudadano, y proyecto de integración en la sociedad, comunitario y abierto, son las palabras claves de este proyecto”.
Orrit es un claro defensor, así como toda la congregación de hermanas hospitalarias, de ver la salud mental "no como un estigma, sino como parte de la vida". El obispado en este aspecto, apunta el doctor, "ha sido muy sensible a entender la salud mental así, de hecho hablamos de la dignidad de las personas y está absolutamente en línea con la Doctrina Social de la Iglesia".
En la congregación llevan muchos años trabajando en ello, “fuimos pioneros en el momento fundacional de hablar de salud mental abiertamente, es un eje fundamental para nosotros la lucha contra el estigma de la salud mental, y la defensa de los derechos de los enfermos y su dignidad, forma parte de nuestro ADN de Institución, el legado de san Benito Menni, la humanidad en la atención”.
Benito Menni, afirma Orrit, siempre hablaba de integración de ciencia y caridad, que en palabras de este tiempo, recuerda, “significa integrar la tecnología más actual con el humanismo, el acompañamiento, y en la defensa de la dignidad de la persona y sus valores”.