A continuación tenéis una selección de entradas que he publicado con motivo de la fiesta mayor de mi ciudad, Mataró, en el digital Capgròs y en mi blog personal. Disculpen que sea tan largo y alguna clave excesivamente local.
1. La Barram (10/07/2012)
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Rafael Argullol explica en su último libro (Visión desde el fondo del mar, Ed. Acantilado, Barcelona 2010) una conversación con el músico Frederic Mompou. Mompou atribuía su amor a la música a un abuelo reparador de campanas, instrumentos que "se escuchan con el oído, con las tripas y con el alma ", decía. Argullol comienza así un bello capítulo sobre el toque de campana (pp. 851 y ss.). Según el filósofo, el toque de campana no mide el tiempo desde la vida sino que cuenta el tiempo que nos queda hasta la muerte, por lo que es un toque de celebración, no de medición. En realidad, dice "la campana fue concebida para la celebración, y también para la alerta y el duelo". La actitud contraria, la de la medición, la interpreta como el instrumento de control burocrático de nuestras vidas, a manos siempre de intermediarios sospechosos. Curiosamente, es la muerte la que nos hace ver el cambio de perspectiva del tiempo. "Descubiertos la muerte y su proxeneta, el tiempo, tendremos que optar entre medir o celebrar nuestro sin sustantivo. El temor, la obsesión y la estupidez nos han inclinado hacia la medición". Así, el sonido de campanas, celebrativo, "es un sonido que atraviesa los siglos para unirme a los miles de antepasados. ¿Qué importancia tiene quien fueron y como van der estos hombres? El repicar de las campanas nos hace semejantes", dice.
Digo todo esto para hacer notar de qué manera nuestra fiesta mayor, una fiesta con voluntad de convertirse popular en todos los sentidos, anuncia el cambio de tiempo que pasa del ordinario (o profano) en festivo (o sagrado) con este estallido de campanas. Coincide, además, con el inicio de las vacaciones de mucha gente, haciendo que adopte el carácter de "año nuevo "que toda fiesta anual debe tener (ver Mircea Eliade, El sagrat i el profà
, Fragmenta Ed.., 2012, pp. 113 y ss.). Un tiempo que de proyectar a "hacia la muerte", controlando las horas, los días y los meses, contándole, distribuyéndolo y burocratizando-lo, se empieza a contar "del revés", celebrándolo. En lugar de decir "hoy hago años", el tiempo festivo celebra que aún los puedes contar y se olvida de los que tienes, entrando en una dinámica no-lineal. Viviremos, en nuestra fiesta, una serie de rituales que nos transportan a una especie de "mundo original", para el que hace falta otra manera de entender el tiempo.
2. La fiesta de los excluidos (07/27/2012)
También me hace pensar, ese día, sobre la capacidad de la fiesta de aglutinar incluso aquellos que tenemos más lejos habitualmente, o que los colocamos bien lejos. Es un poco contradictoria, la fiesta. DE una parte, une, disuelve diferencias, ensalza los vínculos de grupo. Por otro lado, no admite disidencias, genera una frontera imaginaria y muy dura entre eles que se sienten dentro y los que se sienten fuera de la fiesta y, por su carácter, olvida la contingencia. De modo que es muy fácil olvidarse de los excluidos, de los que no viven la fiesta, los que les importa un bledo Las Santas o de los que, sencillamente, no pueden seguirla. Y quizá un esfuerzo habría que hacer. Un esfuerzo más para decirles, para decirnos, que la vida vale mucho más que sus costes.
3. Las nuevas devociones (28/07/2012)
"La fiesta", dice el artículo "comenzó como un acto religioso de carácter privado el 26 de julio del año 1682 y la devoción por Santa Juliana y Santa Semproniana acabará arraigando entre los mataronenses que a lo largo de los años y los siglos irán transformando la fiesta hasta convertirla en la que es ahora". El artículo repasa cuáles eran las fiestas locales de entonces, en qué contexto se situaba Mataró y de qué manera conviven el ideal barroco (representado por la devoción a los restos adquiridas de san Desiderio) y el nuevo paradigma romántico (que vienen a ejemplificar las Santas y su historicismo), hasta que se instituye por votación popular el patronazgo local de las dos patricias romanas que la tradición sitúa nacidas en una calle muy concreta de la vieja Iluro. El patronazgo fue instituido ya bien entrado el siglo XIX, después del primer tren (ergo en plena expansión industrial de la ciudad), después de una auténtica obsesión por recuperar los despojosllas y de celebrar oficios y procesiones.
Hoy que se acaban Les Santes me gustaría recomendaros un reciente artículo [aquí] del blog de Bienve Moya donde, a partir de la festividad de San Abdón y San Senén, San Nin y san Non como les llaman también en Cataluña, que se celebra mañana, reflexiona sobre las devociones duales. Allí dice:
No es extraña a la cultura cristiana, heredera de la romana y de la griega, la santificación y veneración de hermanos, como gemelos, o bien coma a compañeros. Veneración que otorgaría a los gemelos condición de dualidad. Una antigua tradición ideológica quisiera que el hombre poseyera dos maneras de ser, incluso dos almas, una de animal y otra espiritual. En la mitología grecorromana esta condición se ejemplifica con el mito de los Dioscuros, ambos hijos de Zeus y de Leda, más un padre mortal, Tindáreo. De este unión nacieron Cástor y Helena, y Pólux, y Clitemnestra, que poseían las condiciones de los padres, la divina y la mortal. Aparte de la dualidad llevada a la santidad: Cosme y Damián, los compañeros Hermentero (Medí) y Celdoni,o y otros, esta creencia ha llegado hasta nuestros días con la novela de Robert Louis Stevenson, Dr.. Jelyll y Mr. Hide.
Volvemos al texto de Moya, que recoge la tradición platónica de la dualidad de la persona: bien cuerpo y alma, bien espiritual o animal-como dice él-, bien racional y mítica, b & eacute; real e ideal, bien psíquica y física, bien ying y yan ... Dualidad que llevaríamos hasta la representación de nuestras devociones y mitos y que ya expresa de qué manera una sin la otra son inútiles. También es cierto, sin embargo, que -con Nietzsche pero no sólo con él- hay toda otra tradición filosófica que se resiste a la dualización. En primer lugar, porque, ya puestos, seguramente encontraremos más de 'dos almas' (y no hablo del PSC, aunque seguro que le pasa lo mismo) en cada uno, o de tres, como teorizaba Freud. En segundo lugar, porque nuestras características, digámoslo así, son indisociables.
Mi condición animal influye y determina mi cultura y viceversa, que a su vez se ve interrumpida por mi psique insondable o por un estímulo imprevisto, que al mismo tiempo descubre partes de mí que ignoro -y que parecen vastísimas, fuera de mí- donde llego quizás por un hecho o por una persona que impacta muy adentro desde afuera. Y a la vez muchas cosas más que no hacen exactamente dual nuestra personalidad y que se reivindica integralmente. "Ámame como soy", parece decirnos este otra corriente, "no como idealmente me imaginas", consciente de que esta iedalización puede ser idolátrica o fóbica.
En cualquier caso, ya me entendéis. El carácter de Mataró no se conformaba con un santo, en una sola dirección, y apostó por la ambigüedad femenina de Juliana y Semproniana a las que convocamos siempre que las necesitamos, como un eterno retorno.