En los textos bíblicos hay detalles que parecen no tener importancia, pistas, que enriquecen la comprensión del texto. Este es el caso de la mención de Betel, lugar de la predicación de Amós, dice Josep M. Solà en esta nueva interpretación de las lecturas litúrgicas de este domingo.
El EXPULSADO
En la primera lectura de este domingo se lee un texto del profeta Amós, el más antiguo de los profetas, que nos han dejado su obra escrita. La lectura bíblica tiene dos partes, la primera la amenaza de Amasías a fin de que Amós desista de hacer de profeta, la segunda parte es la defensa de Amós.
Amós ejercerá una parte de su actividad en Betel, la ciudad donde había edificado un santuario en el lugar donde Abraham había levantado un altar a Yahvé y el lugar donde Jacob había tenido la visión de una escalera por donde los ángeles subían y bajaban. Jacob dio a lugar el nombre de Casa de Dios, que en hebreo es Bet = casa, El = Dios. Después de ser saqueada en 1550 aC los egipcios,de un incendio el s.XII y la conquista de Josué, la ciudad experimentó un resurgimiento en tiempos de David y Salomón. Al comenzar el siglo IX aC Betel pertenece definitivamente al reino de norte. Los sucesores del rey Jeroboam I permitirán la existencia de altares que hagan la competencia a los altares dedicados a Yahvé. Estos altares, que hacen pecar a Israel, son atendidos por sacerdotes, queni siquiera pertenecen a la tribu de Leví. Los reyes favorecen la idolatría introduciendo en el culto del Dios verdadero rituales copiados del culto idolátrico. Este tipo de prácticas era denunciado por los profetas, entre ellos Amós que predicó en tiempos del rey Jeroboam II (786-746 aC).
Si el santuario lo pagaba el rey y este favorecía el culto idolátrico, es lógico que Amós no fuera bien visto por el rey, puesto que denunciaba este culto y la vida de lujo y sibaritismo que llevaban los ricos samaritanos, amigos del monarca. Además, el profeta había denunciado la muerte del rey y la deportación del pueblo, por eso Amasías lo hace fuera. Dentro de lo que cabe, Amós sale bastante bien parado porque se le castiga con el exilio cuando podría haber sido asesinado por encargo del rey. No en vano, pues, la mención en el texto de Betel. El profeta denuncia que un lugar emblemático de la fe de Israel se han convertido, resultado de la idolatría propiciada por el rey, en un lugar de culto idolátrico.
El texto nos da un par de pistas sobre la actividad profética en tiempo de Amós. Una es la carácter laboral de la profecía, era un trabajo como otro. Los profetas eran profesionales y cobraban por emitir sus vaticinios. Por eso Amasías le dice a Amós que vaya a otro lugar a ganarse el pan haciendo de profeta (7,12). Amós responde defendiéndose y haciendo saber a Amasías que su oficio es hacer de ganadero y que se gana la vida recogiendo higos del sicómoro (v.14).
El otro dato curiosoo, que nos aporta el texto es la existencia de comunidades de profetas. No hay datos para pensar que vivieran en un mismo lugar, haciendo vida comunitaria al estilo de lo que luego harán los monjes. Más bien el texto hace pensar que se trataría de un colectivo profesional, al estilo de los gremios. La indicación quiere dejar claro que no era normal que el profeta actuara solo, Por libre.
Las dos datos apuntados dan fuerza al llamamiento, que Dios hace a Amós. Dios llama a quien quiere y cuando quiere. Por eso otorga el don de la profecía a un ganadero y no a un profesional de la profecía. La palabra profética no está encarcelada ni por un sueldo, ni por un colectivo profesional
Domingo 15 durante el año
15 de Julio de 2012