San Pedro y San Pablo. Ciclo A
Barcelona, 29 de junio de 2014
¿Quién decís que soy yo?
Para un cristiano esta es la pregunta definitiva.
Para los primeros creyentes era muy importante recordar:
– a quién estaban siguiendo
– cómo colaboraban en el proyecto de Jesús
– y por qué estaban arriesgando sus vidas.
Cuando hoy nosotros escuchamos la pregunta no reaccionamos como los primeros cristianos. Nos limitamos a repetir fórmulas prefabricadas:
– Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre
– Jesús, el Salvador
– Jesús, el Redentor, etc.
¿Es suficiente decir esto para convertirnos en verdaderos seguidores de Jesús?
Evidentemente, no.
No se trata de fórmulas sinó
– de vida
– de compromiso
– de riesgo
– de seguimiento personal.
A Jesucristo lo adoramos como Dios, pero no es el centro de nuestra vida.
A Jesucristo lo confesamos como Señor, pero vivimos de espaldas a su proyecto.
A Jesucristo le llamamos Maestro, pero no vivimos motivados por lo que motivaba su vida.
Vivimos como mimebros de una religión, pero no somos verdaderos discípulos y seguidores de Jesús.
No hay que engañarse.
Cada uno de nosotros tenemos que ponernos delante de Jesús y
– hay que dejarse mirar directamente por Él
– y debemos escuchar desde lo más profundo de nuestro corazón la gran pregunta, el interrogante que resume todos los interrogantes:
¿Quién soy yo realmente para vosotros?
A esta pregunta se responde con la vida entera, no con palabras o fórmulas más o menos ortodoxas.
El cristianismo o es compromiso de servicio incondicional o no es nada.
