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Gregorio Luri ha publicado en este verano pasado su último libro Prohibido repetir. Cuando Carina Ferreras le pregunta «A què es refereix amb això de prohibit repetir?», responde: «A tot. Repetir curs, repetir idees essencials per memoritzar-les, repetir metodologies que es consideren innovadores i són la repetició de pedagogies de principis del segle XX». El autor presenta una visión crítica y argumentada de la situación actual de la escuela. Anteriormente, hace cuatro años, había publicado otro libro La escuela no es un parque de atracciones, en el que propone una defensa del conocimiento poderoso. Daniel Arias Aranda, en diciembre de 2022, publicó un artículo titulado Querido alumno universitario de grado: te estamos engañando, que dio origen a un libro del mismo título, publicado en octubre del año pasado y que se presentó como un sincero y necesario análisis del sistema educativo y de la universidad. Volvamos a la escuela no universitaria. En este mismo mes de septiembre, Damià Bardera, profesor de secundaria, ha publicado Incompetències bàsiques. Crònica d’un desgavell educatiu, donde explica el cómo y el porqué del malestar en las aulas. Afirma que «el sistema educativo es una mentira y ya no tengo ganas de ser cómplice.». Se podrían añadir otras muchas aportaciones en la misma línea crítica. Da la impresión de que se han perdido los papeles y se ignora el guion.

Un pensamiento débil dinamita la calidad de la escuela. Si el saber está bien planteado, puede resultar estimulante y atractivo. De lo contrario, se evita el esfuerzo y la superación. Se buscan caminos de distracción como pasatiempos. La capacidad de atención desaparece ya en los primeros minutos. Para corregir estas carencias, se enaltece la tecnología. Se instalan pizarras digitales, se habla de dotar de ordenadores a los alumnos… y, a la vez, se va debilitando la dimensión humanizadora de la escuela. La evaluación responde más a criterios emocionales de los alumnos que a una valoración objetiva de su aprendizaje. La tarea educativa es mucho más que la información. Los protagonistas son los profesores y los alumnos, sin olvidar para nada la importancia de los padres.. La relación que entre ellos se establece es insustituible. La autoridad y el respeto se ponen en entredicho. La intromisión de intereses políticos y sociales en el ámbito de la escuela degrada a menudo su funcionamiento. Su financiación continúa siendo deficiente.

Pese a que la realidad escolar se encuentra en el ojo del huracán, no podemos bajar la guardia. En la escuela se juega el presente y el futuro de la sociedad. Instrumentalizarla para ponerla al servicio de finalidades ajenas a su esencia educadora es un fraude y una irresponsabilidad. Se viven tiempos de incerteza. Todo es volátil. No hay agarraderos. Los indicadores descienden a mínimos, como incluso los resultados de PISA. Quienes hacen una tarea magnífica suelen navegar a contracorriente. Los desafíos son inmensos y hay que afrontarlos. Con decisión y en profundidad. No podemos renunciar a la esperanza.

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