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Por Lluís Serra Llansana .
En Gerasa

Dia 30 de mayo de 2024. Estado federal de Baviera (Alemania). Cae un intenso chaparrón cuando el autocar se aproxima al campo de concentración de Dachau. No es mi primera visita, pero en esta ocasión hay una novedad. En la zona de acceso, hablo con dos personas que conozco: un alemán y un francés. Pregunto al alemán si es la primera vez que visita el campo. Me dice que sí. Me cuesta creerlo y le reformulo la pregunta. Me confirma su respuesta. Observo que está profundamente impactado y sale de su boca una palabra en inglés: sadness [tristeza]. El francés, alsaciano, me cuenta que su padre fue encerrado en el campo porque se negó a convertirse en miliciano al servicio de los nazis. No murió allí, pero él se vio privado durante unos años de la presencia paterna. Amalgama de sentimientos y de heridas profundas en la biografía de cada uno. En algún modo u otro, también de todos los demás.

El grabado en la puerta de entrada ya revuelve las tripas: Arbeit macht frei [El trabajo te hace libre]. Cinismo en estado puro. Dispongo de un plano del monumento conmemorativo, así como de una audioguía. Imágenes de video, fotografías, barracones… estallan ante los ojos y van taladrando las entrañas. No se trata de pensar mucho, sino de dejarse empapar por la realidad. Edificio de guardia, patio de revista, el museo (antiguo edificio de intendencia), el búnker… escenarios de sufrimientos indescriptibles. Los barracones, que ocupan una extensa área, se perimetran en el suelo tanto a derecha como a izquierda de la calle principal. Al fondo, el monumento judío, la capilla de la Agonía de Cristo, la iglesia evangélica de la Reconciliación y la capilla conmemorativa rusa-ortodoxa. Fuera del campo, pero con acceso directo desde el interior el monasterio carmelita, fundado en 1964, para «hacer de este lugar de antiguos horrores un lugar de inmolación y oración y erigir precisamente aquí un signo vivo de esperanza». En el recinto exterior del campo, unido por un pequeño puente, las cámaras de gas y el crematorio. Sin comentarios. Silencio.

Dachau reúne tres características: fue el primer campo de concentración que se abrió, estuvo operativo durante todo el período nazi y sirvió de modelo y de referencia para los otros campos de concentración y exterminio que se crearon. Se calcula con cierta aproximación que murieron en él más de 40.000 personas.

Theodor W. Adorno afirma con contundencia en su libro Educación después de Auschwitz: «La exigencia de que Auschwitz no se repita es la primera de todas las que hay que plantear a la educación… Cualquier posible debate sobre ideales educativos resulta vano e indiferente en comparación con esto: que Auschwitz no se repita». Basta dar una mirada a los conflictos bélicos actuales y a la polarización política volcada a los extremos para reconocer el fracaso de la educación en este punto. Si somos incapaces de ir más allá, repetiremos la historia.

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