Leemos en la primera lectura de este domingo dos pequeños fragmentos del libro del profeta Sofonías (2,3; 3,12-13). Para situarnos, nos vamos al año 722 aC. Asiria invadió el reino del norte. Este hecho propició el crecimiento de las prácticas idolátricas que, por un efecto contagio, se esparcieron hacia Judá el reino de sur. Los reyes de Judá, Manasés (687-642 aC.) Y Amon (642-640 aC.) las fomentaron. En el momento en que Asiria entró en horas bajas, Josías (640-609 aC 2Re 22,1 a 23,30), sucesor de estos reyes, emprendió una reforma que, en el ámbito político, pretendía la reunificación de los dos reinos y en lo religioso se proponía la erradicación de cualquier tipo de práctica idolátrica. Es en el contexto de este reforma donde hay que situar la predicación de Sofonías que denunció las costumbres idolátricas extranjeras infiltradas en su pueblo. Es posible que Sofonías fuera uno de los promotores de la reforma de Josías e, incluso, que su predicación comenzara un tiempo antes.
Este pequeño libro bíblico se estructura en tres partes. Una primera parte (1,2-2,3) contiene una colección de oráculos de juicio, con una particular insistencia en el "Día del Señor". Dios quiere extirpar la idolatría y la injusticia y castigar a los pecadores. El profeta denuncia la corrupción a todos los niveles. La sección termina con una advertencia esperanzadora ya que, en medio de este panorama negativo, amanece una brizna de esperanza: Buscad al Señor, la bondad y la humildad, tal vez así os podreis proteger en el día del Señor. Este pensamiento lo recoge la primera parte de la lectura de hoy.
La segunda parte del libro (2,4-3,8) reúne oráculos contra las naciones. Los desastres anunciados para las naciones opresoras de Israel deberían ser una llamada de atención para Judá y Jerusalén, pero no sirve de nada porque Jerusalén se descamina y pone en práctica malos propósitos (2,7). La sección termina con el anuncio de un castigo universal que afectará no sólo Judá y Jerusalén sino a todas las naciones de la tierra.
La tercera parte del libro (3,9-20) es la promesa de un futuro mejor y un cambio. Los pueblos invocarán el nombre de Señor y Jerusalén dejará de ser arrogante. Al castigo universal corresponde una salvación universal. La segunda parte de la lectura de hoy corresponde a esta sección. La purificación de Jerusalén permitirá que se abra un lugar para un resto sencillo, humilde y pobre. El tema estrella de esta pequeña segunda parte es el anuncio del resto fiel.
La pervivencia de un resto fiel de Israel aparece también en otros lugares de la Escritura: Is 1,8; 4,3; 7,3; 11,11; 28,5; Jr 23,3; 29,13; Zc 7,9; 14,16; Mi 4,7; 5,6; Esd 9,8.13. La existencia de un resto va estrechamente ligada a la realidad de juicio y de castigo. Si en este fragmento se puede hablar de resto es porque antes el profeta Sofonías ha hablado de juicio y de castigo a Judá (1,4-6) y Jerusalén (3,1-5). A pesar de las catástrofes más espantosas y las devastaciones más impactantes, Dios permitirá la supervivencia de un resto de su pueblo que se convertirá, vivirá transformado y disfrutará de todas las atenciones por parte de Dios. Cabe decir que en este pasaje de Sofonías el resto son los pobres y humildes que se contraponen a los gobernantes ricos, los ladrones y sacerdotes que el profeta anteriormente (1,8s; 3,3s) criticó. Llegará un momento en que el resto no será el resto de Israel, sino que entre las naciones pecadoras de la tierra surgirá un resto, tal como lo dice el profeta Isaías: "Reuníos, venid aquí, acercaros juntos supervivientes las naciones. " (45,20). La convicción de que un resto se salvará quedará reflejada en la literatura que narra la protohistoria de Israel donde se proyecta la experiencia de este pueblo a toda la humanidad. Así en el episodio del diluvio (Gn 6-8) Noé y su familia es el resto salvado del caos y destrucción con que Dios castiga la totalidad de la humanidad pecadora. Del resto proveniente, no ya de Israel, sino de todas las naciones surgirá, como una renovada creación, el nuevo pueblo de Dios.
Domingo 4º durante el año. 29 de Enero de 2017
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