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Catalunya Religió
Jaume Aymar Emmanuel Mounier 2024
Foto: Joan Lluis Pérez

Glòria Barrete -CR "Si dijera que el galardón es merecido, sería de una petulancia increíble, pero si digo que es inmerecido hago quedar mal en el Instituto Emmanuel Mounier de Cataluña", afirma Jaume Aymar al recibir el Reconocimiento del Instituto este 2024. Es por este motivo, nos confiesa, que ha buscado una tercera vía de reconocimiento para el día de entrega del premio, "dedicarle el galardón al padre Josep Maria Coll", todo un referente, intelectual y de vida, para él.

Este año, el Instituto Emmanuel Mounier de Cataluña y la Facultad de Filosofía de Cataluña han decidido otorgar el Reconocimiento Emmanuel Mounier 2024 a Jaume Aymar i Ragolta, destacando "su labor intelectual en la historia del arte, y su gestión al frente de instituciones de iglesia al servicio de la comunicación, la divulgación y la investigación, junto con la atención a los desvalidos desde la Fundación Roca i Pi, entre otras entidades. Jaume Aymar i Ragolta personifica toda una vida al servicio de los valores cristianos y humanos", afirman desde el Institut para argumentar su valía.

"Tengo muchas ganas de poder decir de quién es realmente el mérito de recibir este galardón", nos cuenta Aymar horas antes de recibir el premio. "Eso es una herencia que yo recibí del padre Josep Maria Coll, que era el decano de la Facultad, y que yo lo he ido siguiendo y acompañando", recuerda. Un galardón que Aymar siempre ha entregado como representante de la Facultad de Filosofía, y que forma parte, afirma, "de un proyecto para poner y actualizar el personalismo que estuvo tan detrás del Vaticano II y de incluso el sueño del Padre Coll de poder hacer una facultad personalista para el siglo XXI".

Y es que el personalismo, filosofía tan reivindicada estos últimos días con motivo de la muerte de Joan Rigol, forma parte también de la intelectualidad y vida de Jaume Aymar. "Joan Rigol es un modelo para mí; empezó siendo político, y en sus madurez se doctoró en Filosofía y Teología. Es un político que se convierte en filósofo y teólogo", explica. Mounier, en cambio, comienza siendo un filósofo, "personalista y comunitarista", y termina siendo un activista. "Todo esto con cuarenta y cuatro años, una persona con una vida relativamente corta, pero intensísima, con mucho sufrimiento y mucha resiliencia también".

Y con mucha humildad, y cierta timidez, Aymar nos relata cómo podría tener su vida un cierto paralelismo con el concepto de Mounier de poner a la persona al servicio de la sociedad. "Yo soy historiador del arte, pero entré en el mundo de la filosofía de la mano del jesuita Josep Maria Coll". Coll le invitó a dar clases de arte en la facultad y fue así como Aymar inicia su camino en la docencia. Una vocación, la de la docencia, que fue desempeñando conjuntamente con el papel de gestor. "Normalmente, los académicos no hacemos gestión porque disfrutamos con la investigación y en la docencia, pero alguien debe hacerlo y acabé haciéndolo yo". De lo que sí se reconoce como un enamorante es de "la historia de la cultura".

Esta asignatura "que no tiene nombre, aunque se está haciendo ahora en la UB", pero que no existía en los planes de estudios. "Una asignatura transversal que cuenta con teología, filosofía, arte, literatura, economía". Una transversalidad que va en línea de la Veritatis Gaudium del papa Francisco que habla de la transdisciplinariedad más que de la interdisciplinariedad. "A mí me gusta mucho esto, es una línea apasionante".

Y es con esta voluntad que Aymar también se vuelve orgulloso de haber impulsado iniciativas como el grado en Filosofía, Política y Economía que ahora ofrecen en la Salle URL; o también haber impulsado la licenciatura en Humanidades que se estuvo impartiendo varios años. "Creo que era necesario porque ampliaba la filosofía y devolvía un poco al concepto clásico de antes cuando se llamaba Filosofía y Letras". A partir de esa idea se puede decir que nació la Facultad Antoni Gaudí. También en paralelo ha continuado su labor pastoral y social en Badalona, ​​a través de la parroquia y de la obra social de la Fundación Roca i Pi. "Roca i Pi es poder realizar esta dimensión de ayudar, siempre viendo que hay un vínculo entre la dimensión cultural y la dimensión social, y que no podemos escindirlas".

Actualmente, Aymar es también el cura de una comunidad de monjas africanas, tres de Burundi y una de Tanzania. "Estas mujeres vienen para apoyar la residencia de ancianos Roca i Pi y en un futuro también en la obra social externa de la Fundación". Un reto, reconoce Aymar, "acompañar a unas religiosas africanas, con otra lengua y otra mentalidad, pero que quieren servir a Jesucristo allá donde las lleve".

Y volviendo al galardón que ha recibido este jueves en la Facultad de Teología de Cataluña, Aymar confiesa que lo que más le gustaría es cumplir el sueño del padre Coll, "hacer una facultad personalista". En el momento actual que vivimos, "que como dice el papa Francisco responde a una Tercera Guerra Mundial a pedacitos", Aymar cree que una facultad personalista que tenga por bandera "la cultura de la paz, encontrarse personas diversas para tratar temas en el en torno al Espíritu, como hizo Mounier, es imprescindible". Hay que actualizar, recuerda, pero el pensamiento personalista "está plenamente vigente".

¿Y qué frena la creación de esta Facultad? Pues algo simple, pero vital, que no se han encontrado los apuntes del padre Coll en los que se explicaba esa idea. "Esta fue una confidencia que me hizo poco antes de morir. A mí me gustaría haber encontrado estos apuntes para saber hacia dónde quería ir, pero tendremos que intuir por dónde debería ir una facultad de Filosofía personalista que diese respuesta a los grandes retos del siglo XXI".

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