En los procesos históricos que estamos viviendo no sólo debemos pedir responsabilidad y sensatez en los políticos, sino también especialmente en el tratamiento de las noticias que elaboran los grandes medios de comunicación de masas; televisivos, radiofónicos, escritos. Porque según qué expresión utilicen para definir un proceso, según qué tipo de jerarquía dé una determinada noticia y qué tipo de adjetivación utilicen, pueden verdaderamente activar procesos de resentimiento, de confrontación entre los ciudadanos.
Esto quiere decir que es extraordinariamente importante que aquellos que tienen poder en los medios de comunicación no se dejen únicamente llevar por el deseo de audiencia, de sensacionalismo, de eco-mediático a cualquier precio, sino que miren con justícia cuáles son las realidades que están describiendo y encuentren aquellos titulares y adjetivos apropiados para la realidad que estamos viviendo.
Esta utilización incontinente, y aveces indiscriminada, de imágenes y palabras sólo hace posible que se incendie más el marco y aumente la crispación y el calentamiento entre los ciudadanos.