Comentario a la primera lectura del domingo 15 durante el año. A
En el último capítulo del libro del Segundo Isaías las palabras del profeta animan a los desterrados de Babilonia que busquen al Señor ahora que se deja encontrar (v.6) y advierte a los desterrados de que los pensamientos de Dios no son como los pensamientos de los humanos (v .8). El profeta se encontró en la necesidad de estimular el regreso a la tierra de Israel a unos exiliados reacios. En su libro presenta el regreso como un nuevo éxodo (43,16-21) que considera una nueva creación (43,19). El profeta anuncia la reconstrucción de Jerusalén que ya no será la esposa repudiada (54,1-10) ni la ciudad desconsolada (54,11-47). A pesar de las palabras estimulantes algunos deportados no acaban de creerse que se hagan realidad los buenos augurios del profeta. Ante esto éste invoca la fuerza eficaz de la palabra de Dios.
Se vale de una imagen llena de gran belleza y poesía. La palabra de Dios es como la lluvia que cae en la tierra, la fecunda y es causa de un gran beneficio para el ser humano: el alimento equivalente a la vida. Que la palabra de Dios sea como una lluvia que transforma la tierra seca indica que el poder de Dios transformará la tierra de Israel devastada y arrasada por los babilonios en un suelo habitable y fructífero para su pueblo.
Que el agua de la lluvia vuelva hacia el cielo es una idea rara pero la palabra que sale de un sitio y regresa da que pensar más bien en un mensajero que recibe un encargo de su rey o de su señor. Una vez cumplida la misión y realizado el trabajo el mensajero vuelve a su señor y le comunica que la misión ha sido cumplida.
A la palabra, pues, se le confía una misión; la regeneración de la tierra como símbolo del regreso de la comunidad del exilio de Babilonia.
El profeta está convencido de la eficacia de la palabra de Dios. En la mentalidad moderna palabra es un conjunto de sonidos cuya función es la de ser portadora de significado; es un fenómeno fonético con cuya ayuda el ser humano puede comunicarse con los demás. Pero en la antigüedad, en la palabra estaba la cosa, la realidad misma que esa palabra pretendía dar a conocer. El término hebreo “dabar” que traducimos por palabra tiene mucha más fuerza que nuestro término palabra. El “dabar” hebreo es algo concreto, casi personalizado, actual, activo y vital, por eso la palabra es portadora de poder.
Según el profeta, la palabra hace, realiza lo que dice, tiene una fuerza y un dinamismo que la hace capaz de transformar, renovar, crear. Lo dice en su mismo libro: “Desde el principio anuncio las cosas que vendrán... yo mando que se cumpla mi designio y llevaré a cabo lo que he decidido” (46,10).
El texto que nos ocupa dice: "Realizará lo que yo quería". Realizar traduce el término hebreo "asa". Este término lo encontramos también en el relato de la creación al principio del libro del Génesis. Aparece relacionado con el verbo “amar” que se traduce por “decir”. Así en Génesis encontramos la fórmula: Y dijo (6,1; 14,1; 24,1) e hizo (7,1; 16,1; 25,1). Es decir, lo que la palabra de Dios manda aquello se cumple Tanto en Génesis como en el Segundo Isaías la palabra es liberadora y portadora de vida. Por el hecho de que sale de Dios la palabra trae la garantía de cumplimiento. Es una palabra en la que se puede confiar. Esa confianza es la que pide el profeta a los exiliados.
Domingo 15 durante el año. 16 de Julio de 2023