Las características del Reino de Dios son descritas por Marcos con el lenguaje de las parábolas. Las dos presentes en el evangelio de este domingo quieren mostrar su crecimiento imparable y su alcance universal
LAS SEMILLAS DEL REINO
El tramo del evangelio de Marcos, que va del capítulo 4 al 9 podríamos considerarlo una sección donde el tema dominante es la proclamación del Reino de Dios por las sinagogas de Galilea. Si esta sección la dividimos en secuencias el evangelio que leemos este domingo (Mc 4,26-34) estaría ubicado al final de una de ellas donde se muestra que la predicación en parábolas quiere despertar el interés del oyente y hacerle reflexionar. El texto litúrgico está estructurado en tres partes: dos comparaciones (vv. 26-29 y 30-32) y un sumario o resumen (vv. 33-34).
La primera parábola compara el Reino de Dios con una semilla, que crece sin que nada impida ni detenga su crecimiento. Es una comparación elaborada con la observación de lo que ocurre en la naturaleza. Es un hombre el que tira la semilla, no un campesino. Tirar parece querer decir que el hombre esparce la semilla sin ningún tipo de cuidado. Ante la dualidad hombre macho, tierra hembra, ésta toma un protagonismo, que contrasta con la pasividad del hombre, que va pasando los días quitándose y yendo a dormir, sin hacer nada significativo para que la semilla dé fruto, no hace ninguno de los trabajos que correspondería: regar, quitar las malas hierbas. Esto quiere decir que el Reino de Dios se impone,a despecho de la despreocupación humana, llega a pesar de la falta de cuidados. Tan seguro como después de la siembra llega la cosecha, así de seguro es el advenimiento del Reino de Dios. El Reino de Dios es un proceso de crecimiento, por eso la parábola recuerda el proceso de crecimiento, que se da desde la semilla hasta el fruto, que se recoge en la siega. Este proceso es imparable, no se puede modificar ni detener, por eso la parábola no introduce ninguna intervención humana.
La segunda parábola compara el Reino de Dios con la semilla del grano de mostaza, que se convierte en la más grande de todas las hortalizas. A diferencia de la parábola anterior, aquí no importan ni el sembrador ni la tierra. El acento de la parábola se pone en la gran diferencia del grano al inicio y el resultado de la planta. Lo que importa es mostrar la tremenda desproporción entre el inicio y el final. Se quiere poner de manifiesto una transformación extraordinaria.
El detalle que las aves del cielo anidan a su sombra sirve para indicar el gran tamaño del árbol, pero puede insinuar otra finalidad: el cobijo y advenimiento de los gentiles en el Reino de Dios. Un texto del profeta Ezequiel avala la imagen de los pájaros símbolo de las naciones. En el árbol frondoso descrito en Ez 31,6, pájaros de todo tipo anidan en sus ramas y acto seguido se dice que una multitud de naciones se acoge a su sombra. También el árbol descrito en Dn 4,7 ss está dotado de una universalidad capaz de inspirar la universalidad del árbol de la parábola del grano de mostaza: "los pájaros anidaban en sus ramas y todos los vivientes se alimentaban de aquel árbol" (DN4, 9). Esta universalidad puede ser un buen toque de atención para que a nadie se le ocurra pensar que el Reino de Dios se identifica con Israel o quizás con la Iglesia.
La tercera parte de la lectura litúrgica ées un pequeño resumen de la enseñanza, que Jesús hacía con parábolas. Se constatan dos auditorios: la gente (4,33.34 a) y los discípulos (4,34 b). Posiblemente responde a que en 4,1 s se habla de la gente, que se reunió en torno a Jesús y que les enseñaba muchas cosas en parábolas. Más adelante, en el v. 10 se habla de una enseñanza dirigida a los doce, cualitativamente diferente del de la gente. Es lógico que el sumario-resumen se respete esta diferenciación.
Domingo 11 durante el año
17 de Junio de 2012