Después de la llamada de los primeros discípulos, Jesús se dirige a Cafarnaúm; allí iniciará la actividad propuesta a sus seguidores: ser pescadores de hombres. Lo hará en la sinagoga de esta población, liberando un hombre poseído por un espíritu impuro (algunas traducciones hablan de maligno). Este es el relato que leemos en el evangelio de este domingo (Mc 1,21-28).
Cafarnaún se convertirá en una especie de campo base de la actividad misionera de Jesús. Por qué Cafarnaún? Previendo el rechazo (6,4), Jesús no escoge Nazaret para comenzar la misión. Tampoco escoge ciudades como Séforis o Tiberíades, profundamente influenciadas por las costumbres helenistas, contaminadas por una mentalidad pagana que se opone a su programa y proyecto.
Jesús acude a la sinagoga un sábado. Cuando se empiezan a producir los textos evangélicos y cuando el templo de Jerusalén y con él la clase sacerdotal han perdido fuelle, resultado de la destrucción hecha por los romanos, la sinagoga y el sábado adquieren fuerza y se convierten en pilares fundamentales de la religiosidad judía. En la sinagoga se reúnen los judíos para escuchar las Escrituras, para rezar y resolver los problemas de la comunidad. El sábado es el tiempo improductivo, del cual el ser humano no saca ningún beneficio y por ello se convierte en el tiempo de Dios, tiempo que es regalo, fiesta y sacralidad.
En el lugar y el tiempo más sagrados se presenta Jesús y, sorprendentemente, se encuentra que allí hay un hombre que tiene un espíritu impuro. Como es posible? En el baluarte donde se predican, defienden y se enseñan las sagradas leyes de la pureza, en el momento puro por excelencia, el sábado, aparece un hombre poseído por un espíritu impuro. Cómo es que los escribas que saben tantas cosas no se hayan dado cuenta de esta nefasta presencia ?. Las autoridades de la sinagoga y los escribas son incapaces de ver que entre ellos tienen un impuro porque para ellos un impuro es lo que va contra las leyes de la pureza ritual. Mientras el hombre no vaya contra estas leyes puede continuar dentro de la sinagoga sin que pase nada que rompa la calma. Para Jesús, en cambio, la impureza radica en la oposición brutal a la santidad de Dios. Es el rechazo a realizar la existencia al amparo del favor y la protección de Dios. Por eso el espíritu impuro se siente oprimido, dominado por un poder adverso y sin libertad.
La doctrina de los escribas ha demostrado ser totalmente ineficaz para la curación del hombre impuro. Es más, puede que todavía agrave la situación. Jesús se presenta allí donde está la raíz del problema. No pretende entrar en discusiones rabínicas con los escribas. Jesús quiere sanar y liberar. La presencia de Jesús provoca un descalabro en la sinagoga, deshace la falsa tranquilidad. En un primer momento los demonios pueden sentirse atraídos y fascinados por la persona de Jesús, pero pronto se verá que rechazan su capacidad liberadora. El texto marca con mucha fuerza el antagonismo entre la doctrina de los escribas y la autoridad de Jesús. La doctrina de los escribas se basaba en el comentario a la Torá, la tradición oral o textos de otros rabinos prestigiosos. Jesús no entra a este nivel de discusión, tiene la capacidad de entrar en el fondo del problema y desactivar los poderes y fuerzas que impiden al ser humano vivir en libertad. Jesús quiere que los seres humanos sean lo que deben ser: libres, no sometidos a demonios o poderes que, incluso bajo una envoltura religiosa, se han hecho sus dueños. Y esto es posible porque Jesús ha recibido el Espíritu, ha hecho una experiencia profunda de Dios que le ha dado la autoridad (la exousia), el poder de liberar a la persona humana. Los escribas esta experiencia no la han hecho, aquí radica la diferencia.
Domingo 4º durante el año. 28 de Enero del 2018
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