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Coincidiendo con los 50 años de la clausura del Concilio Vaticano retomamos la serie de testigos que vivieron esos años. El primer testigo es Josep Maria Boixareu, un laico comprometido en la parroquia de Santa María de Llerona, en el Vallès Oriental. Allí quien trajo el Concilio fue el padre Joan Vallicrosa. A varios curas de comarca les llegaba información de primera mano de lo que ocurría en Roma, y ​​muchas veces los cambios "mosén Juan los implantaba antes de que los Roma dijeran a los obispos que se podían hacer". Así, la parroquia se convirtió en "un centro de información de toda la comarca".

Boixareu explica cómo en un ambiente rural el cambio fue muy fuerte, "incluso va enfrentados con la gente conservadora". Pero al mismo tiempo, "que se profundizara de una forma decidida en la doctrina social impactó a mucha gente de Iglesia ya gente que no era de iglesia pero que esto iba con su ideología". Por eso, "la gente progresista recibía el Vaticano II con alegría y esperanza".

 

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