Pasar al contenido principal
Autories
Imatge de l'autor
Nom
Cognoms
je suis charlie

Hace justo 10 años, Europa empezaba el año conmocionada por el ataque a la sede de la revista satírica francesa 'Charlie Hebdo'. Dos hombres enmascarados y armados con armas de fuego irrumpieron en la sede del semanario dejando 12 muertos a 11 heridos, 4 de ellas en estado grave. El motivo del ataque fue la respuesta a una serie de caricaturas humorísticas que la revista había publicado en los años 2011 y 2012.

Rápidamente, la consigna Je suis Charlie -en español: Yo soy Charlie- se extendió a través de las redes sociales y los medios de comunicación como muestra de solidaridad con las víctimas. El ataque no sólo golpeó a la opinión pública europea, sino que además hizo aflorar una serie de preguntas que reflexionaban sobre los límites del humor y la relación de la sátira con las religiones. 

Estas preguntas que hoy en día todavía siguen en el centro del foco mediático, como, por ejemplo, en el episodio protagonizado por la presentadora del programa especial de Año Nuevo emitido por Radiotelevisión Española donde la cómica Laura Yustres -conocida popularmente como Lalachus- mostró en la cámara una estampa del Sagrado Corazón de Jesús con la cabeza de la mascota de un programa de la misma cadena de televisión. 

Francesc Torradeflot, doctor en teología por la Facultad de Teología de Cataluña y licenciado en historia de las religiones por la Universidad Católica de Louvain-la-Neuve, describe la relación entre el humor y el hecho religioso como 'intima' “porque l humor, de alguna manera, es una capacidad que tiene el ser humano de relativizar todo lo que le rodea y desdramatizarlo, el hecho religioso es el reconocimiento de que sólo hay una realidad última que es absoluta y que todo lo demás es relativo”.

En este sentido, según Torradeflot, el humor permite a las personas quitar importancia a todo lo que les rodea y reconocer, de forma práctica, “que lo importante no está en manos de los seres humanos, que está más allá. O bien a través de la formulación de la existencia de Dios absoluto, o bien por decir que el ser humano no tiene capacidad de conocer la realidad en toda su complejidad”.

"los que se ofenden son los hombres, y no la divinidad"

En relación con poner límites al humor, Francesc Torradeflot cree que lo importante es entender la intencionalidad de la sátira, porque “si la intencionalidad es la de herir y ofender lo que molesta no es lo que se dice, sino la voluntad tóxica que tiene. La voluntad de herir es la que perjudica, no tanto lo que dice. Lo que dice es muy contextual y depende de cada uno. Así pues, las blasfemias son malas no por el objeto de lo que se dice, porque altera o vulnera determinadas creencias, sino especialmente por el hecho de que lo que se dice tiene sobre todo voluntad de ofender”.

"El humor debe estar siempre acompañado por empatía"

Torredeflot también recuerda que hay que tener siempre presente que es muy difícil que el humor se convierta en blasfemia, porque eso querría decir que el ser humano pudiera hacer daño a la divinidad o al absoluto, y eso no es posible- porque “los que se ofenden son los hombres, y no la divinidad”. De hecho, en el ámbito general de Naciones Unidas y de la discriminación hacia las creencias y convicciones, el concepto de blasfemia ha dejado de ser importante y se ha abierto paso la alternativa de hablar 'de incitación al odio', porque para poder hablar de blasfemia debería tenerse presente el sentimiento particular de una persona o de un colectivo muy determinado, lo que hace que, hasta y todo a escala normativa, se esté dejando de utilizar el concepto blasfemia precisamente por las particularidades y complejidades que el término presenta.

"hay que reivindicar el derecho del humor a denunciar las injusticias sin que el objetivo sea hacer daño"

Para Francesc Torradeflot, el humor debe estar siempre acompañado por la empatía. Si no hay empatía, el humor no hace gracia y no tiene esa función de hacer que el hombre se reconozca pequeño frente a lo absoluto, sino que tiene una función de herir, de dañar al ser humano”. Ahora bien, esta empatía no debe querer decir que "no estés dispuesto a criticar lo que está mal en la colectividad humana". De hecho, Torradeflot insiste en que "hay que reivindicar el derecho del humor a denunciar las injusticias sin que el objetivo principal sea hacer daño a las personas ya las sociedades, sino mejorarlas".

Us ha agradat poder llegir aquest article? Si voleu que en fem més, podeu fer una petita aportació a través de Bizum al número

Donatiu Bizum

o veure altres maneres d'ajudar Catalunya Religió i poder desgravar el donatiu.