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Por Josep Gallifa .

El proceso de Bologna ha estado poniendo un énfasis especial en el tema de la "empleabilidad" de las titulaciones universitarias. La adaptación de las universidades europeas a este nuevo marco no ha sido un tema lineal y simple, dada la variabilidad de titulaciones y de tradiciones Universitarias entre los diferentes estados. A estas alturas sabemos ya que no hay recetas mágicas, de esas que una vez se aplican solucionan para siempre los problemas. Y este aspecto de relacionar la formación con lo que se necesitará en el mundo laboral es siempre un tema abierto en la Universidad.

Algunas universidades europeas y el sistema universitario español han dirigido su mirada hacia las competencias. Cuando McClelland introdujo el concepto de competencia lo hizo con la intención de dirigir la educación hacia una dimensión más ejecutiva y focalizada en los resultados, tratando de ir más allá de la educación centrada en el concepto tradicional de inteligencia. Boyatzis hoy nos recuerda como las competencias son clave en el mundo laboral a la hora de encontrar trabajo o de tener una trayectoria laboral "exitosa". En qué medida se han de trabajar competencias en la educación superior y cuáles son los mejores métodos para hacerlo tampoco es un tema cerrado. Empezamos a disponer de investigación variada, interesante y que además es susceptible de ser interpretada de diversas maneras. Estos debates no están exentos de algunas tensiones, teniendo en cuenta las características dialécticas consustanciales a la Universidad.

No hay duda de que las competencias profesionales y las instrumentales son importantes, pero aquí y ahora queremos hacer énfasis en un tipo de competencias que están en el centro de los debates sobre "empleabilidad" y que merecen una atención especial: son las competencias genéricas o transversales , también a veces llamadas competencias clave. Algunos ejemplos de estas competencias pueden ser: creatividad, responsabilidad, orientación a resultados, motivación por el trabajo, trabajo en equipo, capacidad comunicativa, así como las competencias emocionales y sociales. Hay poca duda que estas competencias más personales son clave en el desarrollo de una trayectoria profesional. El entorno universitario-digámoslo todo-tiene un poco de problema en integrar estas competencias. El énfasis en los conocimientos, en disciplinas más teóricas o más aplicadas, o también el sesgo científico y profesional-técnico de los estudios esconden un poco la relevancia de estas competencias y dificultan a veces su trabajo sistemático. Es más estas competencias van más allá y no son exclusivas de la educación superior. Más aún: Si el estudiante no se lo propone o no se implica de verdad posiblemente no las adquirirá o mejorará hasta un nivel de excelencia. Esto es lo que dicen los estudios: la adquisición de estas competencias no es automática, y las competencias genéricas no derivan directamente del trabajo con los contenidos académicos. Se pueden trabajar desde los contenidos, pero si no hay un propósito y una dedicación específica estas competencias no se desarrollarán satisfactoriamente.

En Blanquerna, quizás sin una formalización muy explícita, hemos ido trabajando las competencias genéricas de nuestros estudiantes. Lo hemos ido haciendo en un espacio privilegiado como es el entorno del Seminario. Una apuesta por las personas y por una formación universitaria de excelencia seguro que pasa hoy por tener en cuenta las competencias genéricas. Hay modelos para trabajarlas sistemáticamente y Blanquerna tenemos los espacios y un recorrido ya hecho. Seguro que esta apuesta es y será una parte importante de nuestro valor añadido.

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