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Por Josep Gallifa .

Hace unos años, en el marco de una beca de una fundación norteamericana, tuve la ocasión de visitar la Universidad de Georgetown y de reunirme con las personas responsables de los diferentes aspectos de la gestión estratégica de la universidad. Fueron muy interesantes las reuniones con la responsable de relaciones internacionales, el responsable de investigación institucional y la vicepresidenta de asuntos académicos. Eran los años de la presidencia del Rvdo. Leo O'Donovan, unos años en que Georgetown pasó de ser una buena universidad-digamos regional-a adquirir una prominencia internacional, situándose en los primeros puestos en los diferentes rankings de universidades norteamericanas. Yo entonces hacía de vicerrector académico / secretario general de la Universidad Ramon Llull y tenía una enorme curiosidad por conocer qué es lo que marcaba la diferencia, qué era lo que hacía que una universidad pudiera estar en este camino de la excelencia internacional.

Me gustó y me fue muy útil conocer los diferentes aspectos y estrategias de la política universitaria: la importancia de la investigación institucional (investigación sobre los resultados de la propia institución), el trabajo proactivo que realizaban con los rankings, la política de relaciones internacionales o también la política activa que tenían hacia la promoción de las mujeres, que llegaron en pocos años a suponer un 40% del claustro de la Universidad. Sin embargo lo que más me sorprendió fue el grupo de trabajo que la universidad había puesto en marcha para recuperar la "Ratio Studiorum" de la Compañía de Jesús y los actos que se hicieron con motivo de los 400 años de la publicación del documento más conocido. No sólo eso sino que la Universidad intentaba adaptar sus principios a su forma de entender la educación superior. Esto me llevó a interesarme por la "Ratio" y profundizar en su conocimiento.

La "Ratio Studiorum" se puede definir como el método y sistema educativo propio de la Compañía de Jesús para la educación. "Ratio Studiorum" es la abreviación del título de la publicación en 1599, cuando era Superior General el P. Claudio Acquaviva, de la "Ratio atque Institutio Studiorum Societatis Jesu". Aunque la "Ratio" contiene un conjunto de reglas muy precisas, explícitamente declara que de acuerdo con las especiales necesidades y circunstancias de diferentes países y tiempos, los superiores pueden introducir cambios y adaptaciones. Por eso ha habido una gran variedad de aplicaciones en diferentes países y períodos, la más sorprendente para mí la que estaba realizando la Universidad de Georgetown.

El documento final sobre la "Ratio" no contiene, como se podría pensar, una fundamentación teórica - que se ha de encontrar en documentos precedentes-sino que está redactado en forma de reglas. Unas reglas son para los diferentes niveles de gobierno, otras para los profesores de Teología, otras para los profesores de Filosofía, Ciencias y Matemáticas y otras para los "studia inferiora" que comprendían las ramas literarias (gramática, retórica, es decir lo que ahora llamaríamos humanidades). Es pues toda una previsión sobre la educación superior, en la que ya se preveía que hay niveles diferentes, que marcan diferentes formas de actuación. No voy a entrar en juzgar el valor histórico de una sistematización y ordenación de las enseñanzas de esta naturaleza y su importancia para la época en que se hizo, ni en las consecuencias que tuvo para la educación, sino en que consiste el espíritu de la propuesta y que nos dice a la educación superior de hoy.

En 1892 el P. Martin, Superior General de la Compañía, dijo sobre la "Ratio": "Las características de la" Ratio Studiorum ", no hay que buscarlas en las materias a enseñar, ni en el orden y la sucesión en que se han de enseñar las diferentes ramas, sino más bien en lo que se podría llamar la "forma", o el espíritu del sistema. Esta forma, o espíritu, consiste principalmente en la formación de la mente, que es el objeto, y en los diversos ejercicios, que son los medios para alcanzar este objetivo". Esto significa que se busca un desarrollo gradual armónico de las diferentes facultades del alma del estudiante: la memoria, la imaginación, la inteligencia. intelecto y la voluntad. La "Ratio" se encontraría en un claro contraste con diferentes sistemas y propuestas propios de la tradición de la universidad moderna, que tienen por objeto buscar la utilidad inmediata y práctica de los estudios, es decir con los planteamientos que proponen que se inicie lo antes posible la especialización y la profesionalización. Hay muchas esferas del pensamiento, muchas ramas de estudio, especialmente estudios literarios e históricos, las humanidades en general, que no se requieren en las profesiones pero que son necesarios para una cultura superior más amplia. La persona culta y educada debe ser alguien que, además de tener un lugar profesional en la sociedad, tenga un interés inteligente en las grandes cuestiones de la actualidad, y que entienda los problemas importantes intelectuales, sociales, políticos, literarios, filosóficos y religiosos del mundo que le toque vivir. Para ello es necesaria una sólida formación general. En Estados Unidos a esta aproximación se la denomina educación general liberal. Responder mejor al reto de la educación general liberal era el motivo inicial del interés de Georgetown por la "Ratio".

Otro aspecto, que no es menos importante de la "Ratio", es que se desarrolla desde una visión del mundo, la cosmovisión cristiana: El mundo es el mundo creado por Dios donde el ser humano es un ser libre, querido por Dios y llamado a la perfección. También hay unos valores implícitos como son la importancia del servicio, el creer en la persona, en cada estudiante, y de defensa de la verdad y la justicia. La "Ratio" quiere ser pues un instrumento facilitador. La relación educativa que promueve la "Ratio" despierta el alma humana y en especial promueve la dimensión espiritual, una dimensión no impuesta, sinó vivida, aprendida, querida. Apunta pues a la totalidad y completitud del ser humano desde el respeto profundo por cada persona y prescribe-propone las "formas" de relacionarse con Dios, con los demás y con el mundo.

La vicepresidenta de asuntos académicos de Georgetown me manifestaba que las universidades dan importancia a los resultados de los rankings internacionales a la hora de entender la excelencia internacional, pero que eso al final era sólo como una fotografía de un momento dado, en la que nunca sabes cómo quedarás fotografiado, que ellos tenían que desarrollar además las orientaciones de fondo que daban sentido a su misión. Este ha sido para la Universidad de Georgetown el camino de la auténtica excelencia internacional en la educación superior.

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