La contribución de la universidad al desarrollo económico. El modelo del Dr. Charles L. Cooney y del M.I.T.

Crear desarrollo económico desde la universidad es un tema importante que tiene hoy más relevancia que nunca, dado el contexto económico en el que estamos. Nos podemos preguntar si desde la Universidad se puede promover adecuadamente la cultura de la emprendeduría, fomentar la creación de empresas, crear bienes para el mercado, obtener patentes, ... y en definitiva contribuir a la creación de riqueza, que acabe proporcionando a la sociedad puestos de trabajo cualificados en la Economía del conocimiento. Y sobre todo el tema es el "cómo" hacerlo, ya que cuando aparece este debate siempre va acompañado de otro: ¿Se puede hacer todo esto sin cambiar la misión de la Universidad? ¿No se perderá la esencia? ¿No se estará "privatizando"-dicen algunos-la Universidad?

Este es un tema importante y relevante para toda universidad y también para una universidad de inspiración cristiana. Un centro de Catalunya, el IQS, en relación con el Massachussets Institute of Technology (MIT), nos proporcionan unas vías muy interesantes para abordar esta cuestión. Aclaremos primero que el MIT es uno de los centros más prestigiosos y que aparece en puestos destacados en los rankings de los USA por su calidad formativa y de investigación. Sin embargo han desarrollado un modelo que les permite contribuir al desarrollo económico, sin perder su esencia como centro académico. Este modelo lo explicó con detalle el Dr. Charles L. Cooney en el acto de su investidura como Doctor Honoris Causa por la Universidad Ramon Llull celebrado en el IQS y del que informó Catalunya Religió.

La exposición del Dr. Cooney estuvo precedida por el elogio de sus méritos que realizó el Dr. Enric Julià, director general del IQS. La intervención del Dr. Julià fue una de sus últimas intervenciones como director general del IQS, ya que este curso terminará su mandato. Es pues un buen momento para recordar el buen trabajo del Dr. Julià durante todos estos años al frente del IQS, que ha permitido, entre otras cosas, precisamente esta relación privilegiada con el MIT al que el IQS ha ido acercando su modelo universitario. Los finales de las etapas de las personas a menudo nos dan las claves de los procesos seguidos. Y en este caso el acto reunía los elementos más significativos por los que ha trabajado el Dr. Julià durante estos intensos años: Persona, Ciencia, y Economía, dimensiones que además personificaba muy bien el Dr. Charles L. Cooney.

El Dr. Cooney expuso, tras recibir la distinción como nuevo doctor, cómo el camino hacia el impacto académico ya está trazado: La publicación de artículos de investigación, la excelencia en la docencia y el aprendizaje a partir de la experiencia en la investigación de laboratorio (estudios de Ciencia y Tecnología). Sin embargo-dijo-el camino hacia el impacto social y comercial-económico está menos bien trazado y por tanto no lo tenemos tan bien "mapeado". Muchas universidades tienen unas buenas experiencias de transferencia de tecnología desde el laboratorio académico a la práctica comercial, pero el Dr. Cooney cree que hay todavía una oportunidad para mejorar esta dimensión, no exenta de riesgos, y por eso nos expuso en detalle la aportación a partir de su experiencia en el MIT.

No entraré en detalles, aunque el Dr. Cooney como buen científico nos expuso el proceso con todo detalle, como si se tratara de explicar el procedimiento para un experimento de laboratorio (la comparación es suya). Básicamente la cuestión está en que la transferencia de conocimiento se entiende como una mejora, un aumento del impacto de la investigación académica, la que se realiza en los laboratorios habituales que tienen las universidades con estudios experimentales. Se trata pues de añadir valor. Y ¿cómo lo hacen? Sintetizó la propuesta en "las cuatro I": Ideas, invención, innovación e impacto.

El primer paso es generar y seleccionar ideas innovadoras. Para ello tienen, en primer lugar, un procedimiento para que los académicos propongan ideas, y las puedan formular y exponer, en un estadio inicial, ante un panel de expertos (técnicos y en negocios). Ofrecen también una modesta financiación ("Ignition funding") para el desarrollo de estas ideas potenciales, aunque algunas no se acaben llevando a la práctica.

El segundo paso es dirigir la innovación a las oportunidades del mercado. Es un segundo "gap" a superar desde la perspectiva de los académicos, ya que no están formados en diseño de productos, definición de mercados y pensar en clave de negocio. En este paso utilizan "mentores", que actúan como catalizadores (símil de un experimento químico), ayudando a orientar la investigación hacia un mercado atractivo. Esta activa intervención, al igual que un catalizador, mueve la idea más rápidamente hacia su objetivo.

Se tiene también que conectar la innovación y los innovadores con los clientes y la financiación. Esta conexión se realiza directamente con los potenciales clientes o con los inversores, de diferentes formas. Este paso ayuda a acelerar la traslación de una idea a hacia el impacto social y económico.

Aunque la misión de la universidad, dijo el Dr. Cooney, es la formación y la creación de conocimiento, este proceso presentado amplía esta misión, sin disminuirla, sino añadiendo una nueva dimensión que tiene que ver con el impacto comercial y económico. Esto no altera la cultura de la libertad académica, que no se ve restringida de ninguna manera. La propiedad intelectual no interfiere con la publicación científica y en cambio contribuye a establecer una cultura de innovación y emprendeduría, tan características de los actuales MIT y IQS.

El Dr. Cooney nos expuso que una lección que han aprendido es que la apuesta por la ciencia básica es la mejor vía para consolidar los principios científicos que permiten después la generación de ideas, productos y servicios innovadores. Como el proceso requiere de la cultura de la emprendeduría, esto implica asumir riesgos y asumir la posibilidad de que muchos de los proyectos finalmente no tengan éxito. "El fracaso no es fatal y el éxito no es el final", dijo. Conocer los errores a evitar en el futuro es un aprendizaje valioso. Es la mentalidad científica aplicada al desarrollo, como un experimento de laboratorio, en lo que se debe contar con el ensayo-error ("experimento uno experimento nulo", dicen). Pero con los años y con la acumulación de experiencia han logrado muchos casos de éxito. Así pues se trata de una emprendeduría fundamentada y retroalimentada por la investigación básica. La apuesta por la investigación básica no sólo es compatible, sino que es necesaria e imprescindible. Al mismo tiempo está la posibilidad de que algunos de los académicos incorporen progresivamente preocupaciones de mayor enfoque a problemas y a la aplicación del conocimiento, sin renunciar a la libertad académica.

La rectora Dra. Ester Giménez-Salinas expresó su satisfacción por el nuevo doctorado del IQS y, entre muchos otros aspectos, expuso las características del nuevo doctor como una persona innovadora y polifacética, rigurosa y muy exigente. Señaló también como en el Dr. Cooney se hace evidente que la investigación científica no está reñida con las humanidades. Pensé que había un aspecto que seguramente quedaba implícito en el acto, a propósito de la emprendeduría en la Universidad. Y es que los negocios surgidos de la Universidad, además de crear puestos de trabajo y satisfacer necesidades del mercado, son también valiosos desde la perspectiva de crear valor para las personas, de contribuir al bien común y ojalá puedan ser , en algunos casos también, socialmente inclusivos. Es posible, pues desarrollar desde la Universidad, como lo hacen IQS y MIT, una contribución al desarrollo económico y a la creación de valor para las personas y las sociedades. Toda una perspectiva sobre la cultura de la emprendeduría en la Universidad. Un mensaje positivo y de confianza, en estos tiempos duros, dirigido a la sociedad desde la Universidad.