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Por Lluís Serra Llansana .
En Gerasa

Madrid. 7 de mayo de 1998, jueves. Sede de la Federación Española de Fútbol. A les 13.30, el seleccionador Javier Clemente dará a conocer la lista de los 22 jugadores que acudirán al Mundial 98, que se celebrará en Francia. Desde el mediodía, me encuentro en la sede de la Federación, porque voy a entrevistar a Javier Clemente. El artículo se publicará el mes de junio. No he tenido una relación directa previa con él, pero pronto se genera una buena comunicación, directa y fluida. Hacia el final le pregunto sobre si África es la cantera futbolística del futuro. Su respuesta no se hace esperar: «África tiene un poderío futbolístico impresionante y cuando despierten, tendremos un continente peligrosísimo futbolísticamente hablando». Al acabar la entrevista, me invita a pasar a la sala donde los periodistas están esperando los nombres de la lista, que comienza con Zubizarreta…

La presencia de jugadores africanos, jugadores de raza negra en general, aunque tengan también otras procedencias, ha tenido y tiene un crecimiento espectacular a nivel de clubs. También ocurre en equipos de la mayoría de los deportes, que se han vuelto más internacionales. El nuevo marco exige un gran respeto a la dignidad de las personas, así como a la diferencia de razas, lenguas y culturas.

El pasado mes de mayo, en el partido entre el Valencia y el Real Madrid se produjo un altercado encontrándose en el centro del huracán el jugador Vinicius, jr. Se produjeron insultos racistas hacia su persona por parte de un sector de espectadores. No es la primera vez que sucede. La repercusión ha sido enorme, por varios motivos: se trata de un jugador importante, que juega en un club poderoso y que su denuncia ha sido explosiva: «El racismo es normal en La Liga, España es conocida como un país de racistas». Esta acusación ha levantado ampollas. Las reacciones han sido bastante histriónicas y se han utilizado para otras finalidades. El hecho de que Vinicius jr genere a menudo polémicas no justifica de ningún modo los insultos racistas. Hay maneras no racistas de recriminar una conducta. Hay que encontrarlas, pero no caer en esa actitud reprobable. Utilizar una característica racial como insulto, que además afecta a un colectivo, es inadmisible. El racismo de los demás ataca los derechos de jugadores concretos, pero no les da ningún privilegio. En definitiva. se trata de un caso de escaparate. El racismo fuera de los focos mediáticos afecta a personajes anónimos, creando profundas heridas. De este racismo casi no se habla, pero existe, y hay que combatirlo aun con más fuerza, porque muchos de los que lo sufren son personas sin altavoces, pero no con menos derechos.

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