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Catalunya Religió
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Josep Maria Boixareu –CR “Me llevo a la gente al corazón, no los dejo”, decía Rosa Julibert cuando tuvo que dejar el santuario de Puiggraciós el 26 de noviembre de 2019, después de ser la superiora durante medio siglo. Ha muerto este domingo a los 90 años. Sin embargo, no nos has dejado Rosa, la benedictina íntegramente humana, cercana y acogedora.

Era una gran monja y tenía una personalidad en su totalidad humana. La fe se le supone, la capacidad de acoger también, pero se le pueden achacar muchas más virtudes como la cordialidad, la empatía, la proximidad, la simpatía, templada como ella sola.

En una entrevista en El 9 Nou del Vallès Oriental, y refiriéndose a la regla de San Benito, la hermana Rosa manifestaba: “Él decía que los monasterios deben estar arraigados en el pueblo, porque si no están no dan frutos” . Recuerdo que en la entrevista que le realizó el mismo medio, a la pregunta de si había votado en las últimas elecciones, contestaba que sí. Y después afirmaba: “Yo siempre voto a los de casa”.

La hermana Rosa nació en Castellví de Rosanes, Baix Llobregat, el 5 de febrero de 1933. Entró en el monasterio de San Pedro de las Puellas a los 20 años e hizo su profesión monástica el 31 de julio de 1955. La mitad de su vida la pasó en el Santuario de Puiggraciós, en el Vallès Oriental, donde llegó en 1973 y fue la superiora hasta el 2019, cuando volvió a Sant Pere de les Puelles por razones de edad y salud.

Un faro de luz y esperanza

Desde 1973 las hermanas de Puiggraciós se han dedicado a la oración, a la acogida de todo tipo de personas, creyentes y no creyentes, y ganándose la vida haciendo trabajos de todo tipo, como casetes para la Sony, iconos religiosos, alfarerías, cerámica o vendiendo miel que llevaban y llevan de la región. Como en todo monasterio benedictino hay una hospedería donde se pueden realizar estancias de meditación, estudio o descanso. Todo esto lo organizó Rosa Julibert con sus hermanas de la pequeña comunidad.

Puiggraciós es un faro de luz y esperanza, rebosante de religiosidad, de cultura y de ocio que reúne a fieles y simpatizantes de los pueblos de su entorno y de más allá. Todo esto tiene continuidad como también la tiene el Grupo de enlace que al abrigo del Santuario trabaja conjuntamente con las monjas en la organización de actos que atraen la atención de todos los alrededores.

ROSA JULIBERT PUSO EN MARCHA Y FOMENTÓ LOS ENCUENTROS DE LOS PUEBLOS DE LOS ALREDEDORES DE PUIGGRACIÓS QUE SE CELEBRAN CADA AÑO

En 1973 cuando llegó a Puiggraciós con una pequeña comunidad se encontró con un santuario en muy mal estado, pero con una antigua historia que está narrada en el libro del notario de la Garriga Josep Maurí Serra publicado en 1952 , y que en la leyenda áurea, escrita por el padre Narcís Camós (1651-1653), recoge este trozo: “Violà (el lugar) el pastor y lo hizo saber a otros, que todos juntos fueron; allí encontraron la Santa Imagen; y con gran reverencia, la llevaron a la iglesia parroquial, colocándola en su retablo mayor... Los del pueblo -que era Montmany- quedaron tan llenos de admiración que le hicieron voto de llevarla todos los años en procesión al lugar donde la encontraron”.

Añade la leyenda que “la imagen huía inexplicablemente hacia el lugar del hallazgo; de entonces viene la promesa con la que se explica la procesión anual en el Puiggraciós”.

Más adelante se construyó una capilla y después el santuario que en 1936 fue quemado. De ahí nacen los encuentros de los pueblos de los alrededores que cada año se celebran en Puiggraciós y que la hermana Rosa Julibert puso en marcha y fomentó.

La despedida, en San Pedro de las Puellas y en Puiggraciós

La ceremonia de despedida de Julibert se hará este lunes a las 16:30 h en el monasterio de San Pedro de las Puellas. Desde el santuario de Puiggraciós también confirmaron que el domingo 2 de julio a las 10:00 h, tendrá lugar una eucaristía muy especial en recuerdo de quien había sido priora del santuario.

Ella decía: “Me llevo a la gente al corazón, no les dejo”. No nos has dejado Rosa, te amamos. Que la tierra y el cielo te sean propicios.

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