(Escolapios) "Me gusta trabajar con las manos y trastear con las máquinas. Mi sueño es ser mecánico "explica Alan, un joven de 17 años. El curso pasado, sin embargo, Alan no aprobó la ESO y no pudo entrar en el Grado Medio para hacerlo realidad. Aún no ha desistido y, por ello, toma cada día el tren desde Castelldefels a Barcelona, en el barrio del Raval, para ir a clase. Allí se encuentra con Jerry, que también espera hacer de mecánico algún día. Él llega caminando desde el Centro de Acogida donde vive, pero hace un par de años hizo un viaje mucho más largo: desde su Ghana natal, caminó dos años para cruzar el desierto y navegó en patera durante días, persiguiendo una oportunidad.
Alan y el Jerry son jóvenes con sus itinerarios educativos rotos y, ahora, ambos son alumnos en la Escuela Pía Calassanci. Allí, como explica Joan Prat, escolapio y profesor del centro, "es importante ofrecerles aquellas competencias que les serán necesarias para mejorar su empleabilidad laboral y, en algunos casos, el tránsito a una formación más especializada. Algunas competencias son claramente transversales como pueden ser las de ámbito relacional o laborales y otros ya son claramente instrumentales para desarrollar una profesión determinada. Este itinerario es largo y requiere tiempo ya que muchos de ellos vienen de situaciones de fracaso personal y escolar-no tienen la ESO terminada y sin la ESO no tienes nada-. Otros vienen de procesos migratorios y les falta un proceso formativo básico ".
Javier Pérez, coordinador del Calassanci, explica que estos chicos y chicas "no se pueden desarrollar bien en el sistema educativo tal como lo tenemos organizado. No entran en el carril y en la escuela tradicional no salen adelante porque no pueden aportar lo que allí se espera. Aquí trabajamos les personas desde una vertiente holística: los ayudamos a que afloren sus capacidades y a valorarlas ". Son jóvenes en riesgo de exclusión, por razones económicas o sociales y que llegan a la escuela derivados de los Servicios Sociales, los Centros de Acogida o desde sus institutos.
Y sin embargo, como explica Núria Pallí, una de sus educadoras y que lleva 12 años trabajando con ellos, "son jóvenes con muchas capacidades. Hasta ahora, no se les ha valorado y eso los tiene muy tocados a nivel emocional. Necesitan apoyo y orientación". Su compañero Javi García destaca:"me sorprenden constantemente. Estos jóvenes y adultos viven en niveles muy diferentes y han desarrollado sus propios mecanismos para afrontar el presente. Pero tienen mucho por aportar a la sociedad: todos los defectos y virtudes de la juventud. La energía, la vitalidad, el optimismo, la posibilidad de equivocarse pero también la de aprender para seguir mejorando".
Por ello, "en el Calassanci no trabajamos para aprobar o ir a la universidad. Preparamos los jóvenes para la vida del día a día, para relacionarse con su entorno y para el mundo laboral.Cuando llegan, trabajamos aspectos como la inteligencia emocional para lograr una relación asertiva con sus compañeros o con sus superiores. O aprendemos a hablar en público. Todos debemos tener herramientas y reconocer nuestros puntos débiles para poder avanzar "explica Javier.
Aparte de estos talleres, el Calassanci ofrece cursos de cocina, camareros, electricistas, mecánicos de bicis o informática. El objetivo es detectar los intereses y capacidades innatas que tienen. A partir de aquí, se les ayuda a dibujar un itinerario personalizado, o bien formativo a través de un Programa de Cualificación Profesional Inicial-PCPI del Departamento de Enseñanza-o bien laboral. Las aulas y las pizarras no están hechas para ellos. Necesitan experiencias.
Una de las claves del éxito es que los grupos de clase son reducidos y la atención de los educadores, profesionales expertos, muy personalizada. Según Javier, es básico que "estos educadores disfruten educando. Deben tener una cierta sensibilidad. Para educar, hay que escuchar y dejarse tocar por el otro ". Nuria cree que, además, "tenemos que saber mantener el equilibrio emocional. Hay factores externos que no controlas y que, a veces, ves que los abocan al fracaso vital. ¡Es tan difícil salir adelante sin las necesidades básicas emocionales y materiales cubiertas! Como educadora, tengo que saber qué puedo hacer y qué no ".
Pero los educadores de la escuela trabajan para el éxito y no para el fracaso. ¿Como lo miden ellos? "Creo que todo va bien cuando veo que salen a nivel laboral pero también social con las herramientas que les hemos dado. Hay que aprovechar cada momento, incluso los espacios más informales, para llegar a ellos "explica Nuria. Para Javier, "el éxito es que el joven sea él mismo: desarrolle sus capacidades personales y las utilice para trabajar. Que recuerde la enseñanza recibida, los consejos que le dimos y un lugar donde se le apreció ".
Como recuerda, Joan, "las Escuelas Pías tiene por objeto hacer crecer a las personas para que se conviertan en autónomas y creemos que la educación es una de las mejores herramientas para favorecer la inclusión social. Per eso, tiene sentido ofrecer iniciativas para que las personas que han tenido menos oportunidades puedan empoderarse para trazar su propio itinerario, tal como hacemos en Calassanci ". Según Javi, "estos son proyectos necesarios como mecanismo de regeneración social. La sociedad es como un organismo vivo: necesitamos cuidar todas las partes para conseguir mejorar. "