Seguimos con tres casos destacados de la presencia montserratina en Italia. En este caso se trata de tres localidades situadas en el centro y norte del país, y el hecho de que las incluyamos en la misma entrega responde a la excepcional calidad artística y particularidad iconográfica de sus representaciones de la Virgen de Montserrat.
En el caso de Genzano di Roma, se trata de un municipio pintoresco con vistas al lago de Nemi, a las afueras de Roma, a unos cinco kilómetros de la residencia pontificia de Castel Gandolfo y del lago de Albano que la bordea, también de origen volcánico como el de Nemi. En el centro de esta pequeña ciudad encontramos la Colegiata de la Santísima Trinidad y, en su interior, presidiendo uno de los altares laterales localizamos el cuadro del Milagro de la Virgen de Montserrat de 1675 atribuido al reconocido pintor genovés Francesco Rosa. Se trata de una obra de dimensiones importantes, que fue encargada en su momento para presidir la iglesia de Monserrat en Roma, algo que hizo desde finales del s. XVII hasta la reforma de ese templo a principios del s. XIX algo que ya comentamos en su día.
La obra destaca por una composición totalmente barroca, y la práctica ausencia de elementos de la iconografía clásica montserratina, si no fuera por un pequeño pedazo de sierra que se vislumbra cogida de la mano derecha de la Virgen. El “milagro” al que hace mención el título de la obra tiene relación con la antigua leyenda de Fra Garí, y se trata de la resurrección de Riquilda, la hija de Guifré el Pilós, que se trataría del personaje femenino central debajo de la virgen. En cualquier caso corresponde destacarlo, tanto por su calidad artística, como por tratarse de la imagen de la Virgen de Montserrat creada para presidir su templo en el corazón de la ciudad eterna.
Seguimos y nos movemos hacia el Norte, y en medio de la Región de Emilia Romagna -a veinte kilómetros al noreste de Módena- nos encontramos con el pequeño municipio de Stuffione di Ravarino, donde localizamos el Santuario de la Beata Vergine delle Grazie y Monserrato. Este santuario tiene una historia curiosa, ya que custodia un antiguo grabado de la Virgen de Montserrat (todo indica que del siglo XVI) que alguien había colgado en un árbol de la zona generando una creciente devoción popular. En 1623 el párroco –de nombre Vicenzo Muzzareli- decidió trasladar este grabado a su iglesia, y en el traslado se habrían dado algunos hechos considerados milagrosos. A partir de ahí la fama de esta imagen creció, así como el mecenazgo a este santuario, incluyendo la construcción de un nuevo templo a principios del s. XVIII, del arquitecto Silvestro Campiotti.
Entre las diversas representaciones que se guardan de nuestra virgen en este santuario destaca, de nuevo por su gran calidad artística, una tela de 1637 del reconocido pintor Simone Cantarini, discípulo de Guido Reni. Tradicionalmente la tela había sido atribuida precisamente a Reni, pero su restauración permitió determinar su verdadero autor. A los pies de la virgen, que está sentada en un trono de piedra que el niño Jesús sierra, se puede ver rodeado de santos (St. José, St. Francisco y St. Antonio de Padua) el comitente, el senador boloñés Girolamo Bolognini, quien habría costeado la obra en agradecimiento del cuidado de su hijo, Francisco, a quien también presenta a la virgen en la obra en cuestión.
Y, finalmente, vamos hasta el Piamonte, concretamente en la provincia de Alessandria, para terminar esta entrega con una de las representaciones artísticamente más espectaculares -a la vez que iconográficamente particular- que se han hecho nunca de la Virgen de Montserrat. Se trata del tríptico, obra de Bartolomé Bermejo, que se conserva en la Sala Capitular de la catedral de Acqui Terme.
Este retablo, obra maestra de influencia flamenca, fue encomendada a Valencia por el comerciante originario de Acqui Terme Francesco della Chiesa, que residió allí durante muchos años. De hecho el comitente puede verse arrodillado junto a la virgen en la parte central del tríptico. Allí fue realizado el encargo y la obra entre 1480 y 90, el panel central por parte de Bermejo y los laterales por los hermanos Roderic y Francesc d'Osona. La obra no llegó a Acqui Terme hasta pasado el 1510, y por disposición testamentaria del citado della Chiesa.
Inicialmente se situó en la capilla que la familia tenía en la catedral, hasta el s. XVIII cuando se decidió trasladar la obra como pieza central de la nueva aula capitular recién construida. Choca, más allá de su altísima calidad, el contraste entre el discurso iconográfico de Bermejo y la visión actual que tenemos de la imagen original. Ahora bien, como ya hemos explicado en entregas anteriores, debe tenerse en cuenta que a finales del s. XV la virgen de Montserrat era generalmente considerada como una virgen blanca, no negra. No será hasta el siglo XVI que se empezarán a ver reproducciones de la virgen con el color de piel algo oscurecido, y será durante la segunda mitad del s. XVII cuando se generalizará la difusión de una virgen de Montserrat morena.