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Catalunya Religió

El pasado domingo el hermano marista Remigius Fernando vivió de cerca el atentado contra una iglesia anglicana de Peshawar, en Pakistan. Su testigo cuenta las primeras horas de acompañamiento a los heridos y a los familiares de las víctimas.

(Remigius Fernando) Acabábamos de regresar de misa en nuestra parroquia; eran sobre las 11.45. Me estaba quitando la sotana cuando oí dos grandes explosiones simultáneas muy cerca de casa. Pensé́ que había sido en nuestra iglesia. Salí rápidamente y vi a gente que escapaba corriendo de la parcela. A los pocos minutos unos muchachos me informaron que había sido en el interior de la Iglesia de Todos los Santos, iglesia anglicana de Pakistán que está a unos cinco minutos andando.

Las noticias que nos fueron llegando durante el siguiente cuarto de hora eran que dos kamikazes habían logrado pasar los controles de seguridad disparando a derecha e izquierda y aterrorizando a la gente que salía de la iglesia al acabar la celebración. Algunos intentaron detener a los dos kamikazes pero, durante la refriega, los dos se inmolaron.

Iba hacia la calle cuando un profesor me informó que Khalid, que había dado clase en nuestro colegio, y cuya esposa sigue siendo profesora, había muerto en el acto. Fui a visitar a la familia con el hermano Zubair.

Más tarde fuimos con nuestro párroco, Johny Williams, al Lady Reading Hospital, donde estaban siendo recibidos y atendidos los heridos. El hospital era un caos. Al ser domingo, los médicos estaban en sus casas y hubo que llamarles, pero no eran suficientes. Menos mal que los enfermeros acudieron en gran número y empezaron a atender a los heridos que se encontraban en peores condiciones. Creo que muchos de esos heridos no podrán caminar de nuevo. Entre ellos estaban algunos de nuestros alumnos de los colegios de St. John y de St. Mary. Era descorazonador ver a algunos de estos niños pequeños.

Algunas familias que habían ido juntas a la iglesia, perdieron a todos los miembros. Entre ellos estaban las familias de dos de nuestros chicos. Una familia perdió al padre, la madre y dos hijos; los otros dos han quedado huérfanos. Los dos niños fallecidos eran unos de nuestros mejores alumnos. Un antiguo alumno, que apoya con becas de estudio a seis de nuestros chicos, murió en el acto; y con él, su hijo y su hija.

Con Johny y Zubair estuvimos cuatro horas visitando los distintos pabellones, viendo a cada uno de los heridos y rezando por ellos. Se calcula que han muerto unas 90 personas, incluidos mujeres y niños. Los heridos sobrepasan el centenar y algunos están en estado crítico.

Por la tarde llevaron los ataúdes de los fallecidos al patio de nuestro colegio de St. John, celebramos un funeral interconfesional y luego se llevaron los cuerpos para que las familias los enterraran.

Que las almas de estas personas inocentes descansen en la paz de cristo. Que la sangre de estos mártires no sea derramada en vano, sino que reavive una paz duradera en Pakistán.

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