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Francesc Torralba

Glòria Barrete -CR Cuando muere un cónyuge hablamos de viudo o viuda; cuando mueren los padres y madres hablamos de huérfanos; pero cuando se nos muere un hijo o una hija, o un hermano, ¿qué palabra usamos? Si ya es difícil tener una palabra, imaginen escribir sobre una situación tan dolorosa e inexplicable como es la muerte de un hijo. Más aún si pasa en plena juventud, de forma accidental y repentina, y un poco más si encima eres el único que ha pasado el último instante de vida con él. Francesc Torralba ha vuelto a hacerlo. Ha vuelto a poner palabras a lo que parece no tener, y lo ha hecho de la forma que más domina, pedagógicamente y sin sentimentalismos innecesarios a través de su último libro No hay palabras. Asumir la muerte de un hijo, presentado este miércoles por la noche en los Lluïsos de Gràcia.

“El duelo por un hijo nunca se supera, se asume, y se aprende a vivir con la ausencia”, reconoce Torralba. Él y su familia lo saben bien. El 14 de agosto de 2023 el hijo de Francesc Torralba y Carme del BlancoOriol , murió en un accidente en la montaña. Encima de un escenario desnudo, con tan sólo dos sillas, platea a oscuras y un silencio imperante de más de una hora, se ha podido seguir un diálogo entre Rosel y Torralba para comprender la obra “más difícil” que el filósofo y teólogo ha tenido que publicar.

"Este libro es un regalo para gestionar el duelo de un hijo", ha afirmado Rosel, "una obra de orfebrería con las palabras que ayudan a entender el proceso". Palabras escogidas con cuidado, con significado, para hablar de la muerte, “un concepto del que rehuimos”.

La muerte, ha reconocido Torralba, "es tiránica, irrumpe de repente y se lleva lo que más quieres". Una vez que resquebraja el alma y la vida y que Torralba ha necesitado plasmar por escrito. "La escritura es liberadora, pero el proceso ha sido doloroso". Sin embargo, un libro “edificante”, que es como él entiende el papel de los libros, ya que “si hubiera salido un libro lleno de odio y rabia, lo habría guardado en un cajón”.

Un libro también consensuado en casa, leído previamente y aceptado por todos sus miembros. La muerte te da la vuelta a la vida, la transforma, ha recordado Torralba. "No duermes igual, tienes desgana, y sin disciplina te puedes acabar dejando". Una vez también "que altera las mismas creencias, porque es un movimiento sísmico". La muerte de su hijo le ha hecho replanteárselo todo, pero no la fe. "Lo que te enseñan en primero de Teología es que Dios es misterio".

El duelo, para él, tiene diferentes fases, “va y viene”, a ritmos distintos en cada persona, y con mecanismos distintos a asumir. “El mayor reto a cierta edad es aprender a convivir con las ausencias”.

Y en la fase final del duelo, aunque pueda sorprender oírlo explica Torralba, aparece la gratitud. "Empiezas a agradecer todo lo que nos aportó en vida", por eso ha pedido y recordado no posponer nunca la gratitud ni esperar a estar con el agua en el cuello, "lo tenemos que hacer en vida".

Torralba ha querido terminar la conversación reivindicando practicar "la felicidad imperfecta", porque siempre en la vida habrá un 'si no fuera por... sería feliz'. Concepto que ha servido en una de sus hijas, Anna, para componer una canción sobre su hermano Oriol, felicidad imperfecta.

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