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(Laia Serra) ¿ Os acordáis de las recitadísimas palabras atribuidas a Bertolt Brecht: "Primero se llevaron a los ... pero no me importó. "? Pues las tenemos que sacar del armario. Las tenemos que sacar porque primero parecía en la década de los 70 y 80 que Le Pen y su Frente Nacional francés no llegarían a ninguna parte, hasta que en 2002 ya nos empezó a poner el miedo en el cuerpo. Las tenemos que sacar porque que en Holanda, en 2010, el partido xenófobo ("Partido por la Libertad") entraba en el gobierno. Las tenemos que sacar porque, en Grecia, Alba Dorada han sacado 21 representantes, con un logotipo que recuerda descaradamente la cruz gamada y con un programa electoral donde, entre diferentes propuestas bien imaginativas, está la de poner explosivos en las fronteras. Y las tenemos que sacar porque, siguiendo las palabras de Brecht, posiblemente sea demasiado tarde: ya los tenemos abiertamente en el Clot.

Miento. Abiertamente no: ahora se hacen llamar identitarios, no nazis. El local que han abierto en el Clot se llamó inicialmente "Centro social Militia" e invitaron a destacados fascistas para su inauguración en enero. Ante el rechazo que provocó, le han cambiado el nombre: ahora se llama Casal Tramuntana y está en la calle Independencia, 333 (toda una ironía). Y habéis leído bien: se viste de centro social. Sí, señor, como las buenas épocas del crecimiento nazi, con las Fuerzas de Asalto que permitían acercarse a la gente e ir extendiendo una ideología que no hace falta que expliquemos que desencadenó. Y como sabemos quiénes son y de qué se trata, quizás hace falta que lo digamos en voz alta: identitario = nazi. La libertad de expresión no lo justifica todo. Yo no quiero gente patrullando por mi barrio atemorizando y amenazando a todo el mundo que no piense como ellos, no quiero pegatinas con esvásticas en mi barrio; no quiero gente que hace programas de solidaridad con grupos que fomentaron la limpieza étnica en Kosovo (buscad la palabra "chetnik"), no quiero gente que tiene contactos internacionales con grupos como Casa Pound. Son hechos que, desde que el "centro social" se ha instalado en el barrio, ya están pasando.

Ante esto ¿qué podemos hacer? Primero, no quedarnos callados. La indiferencia nos llevará al miedo y el miedo es nuestro peor enemigo, porque demuestra que ya nos han vencido.

Segundo, deslegitimar su discurso. Ni "peros", ni "medias tintas". Son nazis, son racistas, son homófobos, son autoritarios, son violentos, y aquí no hay "peros" ni "medias tintas" que valgan.

Tercero, dedicado a aquellas personas de derechas y no tan derechas, que piensan que si absorben parte del discurso, si lo maquillan un poco, se quedarán con su voto y así los de exterma derecha no crecerán. Esto es falso. Si empiezas a decir: "yo no soy racista pero ...", "es verdad que no todo vale, y ..." estás justificando parte de su discurso y se crecen. Y cuando crezcan más ¿qué haremos? ¿Coger un poco más su discurso? ¿Hasta cuánto? ¿Hasta legitimar su discurso? ¿Hasta llevarlos al poder?

Y a partir de ahí, cuarta opción.

Cuarto. Superemos el discurso de que "todo el mundo es igual, todos los partidos son iguales, esto se hunde, no hay nada que hacer" ... Yo no soy igual, ni pienso que todo el mundo ni todos los partidos sean iguales, ni que todo el mundo se mueva por intereses económicos. Y no es sólo que no lo pienso, es que la humanidad lo ha demostrado a lo largo de su historia. Miremos los movimientos populares, los movimientos ciudadanos, la defensa de los derechos humanos. Y a quien no encuentre movimientos inspiradores, situaciones de ánimos, fuerzas para salir adelante, le recomiendo cerrar los oídos y los ojos a las noticias, ponerse música animosa, y pensar en lo que quiere ser. Hay un mínimo decosas de las que no quiero arrepentirme; por tanto, no las dejaré pasar. Mi pregunta, mirándote a los ojos es: " ¿Y tú?" Y ciertamente,si no te pones en marcha, en lo más pequeño que tú creas que puedes hacer, aunque pienses que es insignificante, después no te quejes, que me distraes. Y recuerda a Bertolt Brecht.

Primero se llevaron a los negros,

pero como yo no era negro, no me importó.

Luego se llevaron a los judíos,

pero como yo no era judío, tampoco me importó.

Luego se llevaron a los comunistas,

pero como yo no era comunista, tampoco me importó.

Luego se llevaron a los obreros,

pero como yo no era obrero, tampoco me importó.

Más tarde se llevaron a los intelectuales,

pero yo no era intelectual y tampoco me importó.

Después siguieron con los curas,

pero como yo no era cura, tampoco me importó.

Ahora se me llevan a mí,

pero ya es demasiado tarde.

Más información en http://unitatcontraelfeixisme.org/

Laia Serra es doctora en Ciencias Políticas

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