Comentario al evangelio del domingo 24 del tiempo ordinario.B
Leemos en el evangelio de este domingo un fragmento del evangelio de Marcos (Mc 8,27-35) en el que se pueden distinguir tres partes: la proclamación del mesianismo de Jesús hecha por Pedro; el anuncio de la pasión, muerte y resurrección de Jesús y dos dichos sobre el comportamiento que han de tener quienes quieran ser seguidores de Jesús. Con la confesión de Pedro y el anuncio de la pasión, Marcos confiere un enfoque nuevo a su obra y da la clave de lectura que permite descubrir su planteamiento teológico y responde a las preguntas que se plantean en la primera parte de su evangelio.
Pedro, diciendo que Jesús es el Mesías, da la respuesta en representación de los doce a la pregunta que se plantea a lo largo de la primera parte del evangelio (1,14-8,26) y que se podría resumir: “Quién es este, que hasta el viento y el agua le obedecen?” (4,41). Jesús no recibe nunca por parte de los hombres durante la primera parte del evangelio el título de Mesías o Hijo de Dios. En el mundo judío se veía el Mesías un triunfador que con gran poder destruiría los romanos, los enemigos del pueblo, y establecería un reinado de paz y prosperidad. Esta era una idea triunfalista y el título de Mesías se podía prestar a confusión. Jesús aplica inmediatamente el correctivo con el anuncio de su pasión, muerte y resurrección.
Jesús prohíbe severamente que digan a nadie que él es el Mesías. Parece una contradicción porque lo lógico sería que todo el mundo se enterara que él era el Mesías esperado de Israel. Una explicación sería que Jesús prevé futuros conflictos con las autoridades de Jerusalén y por eso esconde su identidad. En realidad lo que Jesús quiere evitar es un mesianismo mal entendido, un mesianismo triunfalista donde no tiene cabida el sufrimiento y la muerte. Dentro de las expectativas mesiánicas de la época era inconcebible la muerte de Mesías.
Marcos escribe para su comunidad. Él escribe su evangelio unos cuarenta años después de la muerte de Jesús, las comunidades cristianas han ido creciendo pero han perdido el estilo humilde y sencillo de los primeros tiempos; algunos testigos que convivieron con Jesús han muerto y han empezado las persecuciones que han hecho tambalear algunas de las convicciones fundamentales de la comunidad cristiana entre ellas el seguimiento de Jesús crucificado. Gusta más un Jesús que hace milagros y demuestra poder sobre los espíritus impuros que un Jesús que muere crucificado.
La comunidad de Marcos vivía en el peligro de desfigurar la imagen de Jesús porque no había entendido bien cual era el núcleo radical de su persona.
Marcos estaba convencido que la raíz última del mal que amenazaba la comunidad – y probablemente sin que ella se diera cuenta – estaba en una interpretación triunfalista de la persona de Jesús, una interpretación que podía sentirse apoyada por el poder de hacer milagros de Jesús.
Después del anuncio de la pasión y la muerte surge la reacción de Pedro que pose de manifiesto hasta qué punto los discípulos de Jesús son incapaces de entender y aceptar lo que Jesús acaba de revelar sobre su persona y su destino por eso después de la reacción de los discípulos sigue una instrucción que se dirige no tan solo a los discípulos sino a la gente en general. El seguimiento a Jesús no tiene que ser solo una comprensión intelectual de su mensaje, sino que implica una determinada manera de vivir que comporta la aceptación de la cruz: “si alguien quiere venir conmigo, que se niegue a él mismo que tome su cruz y que me siga”. Solo con la aceptación de la cruz se puede evitar caer en la tentación de una Iglesia triunfalista que estaría muy lejos del proyecto de Jesús que, antes de la resurrección, pasa por el sufrimiento y por la muerte.
Domingo 24 durante el año. 15 de Septiembre de 2024