Las tradiciones sobre Juan Bautista y el bautismo de Jesús fueron valoradas de tal manera que, de una forma u otra, han acabado presentes en cada uno de los cuatro evangelios, es por ello que el texto del evangelio de Juan, que narra la predicación del Bautista y hace mención del bautismo de Jesús y que leemos en el evangelio de hoy (Jn 1,29-34) es de los pocos pasajes que se encuentra, aunque con retoques diferenciales, en los sinópticos.
Una de las diferencias que se da en los textos sinópticos respecto al texto de Juan, es que, en el texto de Juan, es el Bautista quien habla y no un narrador. Con ello se refuerza el papel de Juan, que toma más relieve si se observa que no se describe, sino que se sobreentiende, el ritual del bautismo de Jesús. Este relieve del papel del bautista sintoniza con el testimonio de Juan, que se ha anunciado en el prólogo (1,6-7.15). Los versículos 15b y 31 son prácticamente coincidentes. A diferencia de Mt 3,5-7; Mc 1,5 y sobre todo Lc 3,7.10.12.13, el más detallista, no se hace mención de ningún auditorio, lo cual hace pensar que las palabras del texto están pensadas para la comunidad cristiana que las está leyendo. Las afirmaciones de Juan refiriéndose a Jesús en tono afirmativo contrastan con las que anteriormente ha hecho negativamente, y que se encuentran en el texto que precede nuestra lectura.
Juan afirma que Jesús es el Cordero de Dios. El calificativo tiene raíces muy profundas en el Antiguo Testamento. Recuerda el cordero que en el episodio del sacrificio de Isaac (Gn 22,1-19) muere en lugar del primogénito de Abraham. Jesús cordero lleva a pensar en el siervo de Yahvé, que no abre la boca como un cordero llevado a matar y que ha cargado sobre sí las culpas de todos nosotros (Is 53,6-7). Nos lleva a pensar en el cordero comido en la cena de Pascua antes de la salida de Egipto; su sangre, pintando los dinteles de las casas de los hebreos, se convierte en liberadora cuando el ángel de Dios pasa a exterminar a los primogénitos (EX12, 13). El evangelio de Juan encajará más adelante, indirectamente, con las palabras del Bautista cuando dirá: "No le quebrarán ningún hueso". Al cordero pascual no se le podia romper ningún hueso.
Juan puede hablar acertadamente de Jesús. En sus palabras hay una referencia a lo que será fundamental en todo el Evangelio: a la misión de Jesús porque bautizará en el Espíritu, a la muerte porque es el cordero de Dios, a la filiación divina porque es Hijo de Dios y a la preexistencia porque él ya existía. Juan ha oído la voz del que lo ha enviado a bautizar, ha hecho experiencia de Dios o del Espiritu. Hay pues sintonía con Jesús que ha hecho también experiencia del Espíritu. Ambos han hecho la misma experiencia, lo que hace que Juan pueda decir lo que dice de Jesús.
Juan no esconde la filiación divina de Jesús. En esto difiere de Marcos que reserva su proclamación solemne hasta el momento de la muerte (15,39) y en la voz de un pagano. Todo el evangelio de Juan está marcado por el conflicto entre los judíos y Jesús y el intento de hacer ver que él es el enviado de Dios y que su identidad debe entenderse unida a la persona del Padre.
Juan es el eslabón, que marca el paso del Antiguo al Nuevo Testamento. No es Elías, ni el profeta, pero tampoco el Mesías. Juan es imagen del Antiguo Testamento orientado hacia la afirmación: Jesús es el Hijo de Dios, todo el Antiguo Testamento toma sentido cuando se lee insertado en el plan de Dios, que lleva a Jesús.
Domingo 2 º durante el año A
19 de Enero de 2013