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El capuchino Joan Botam fue elegido provincial durante la celebración del Vaticano II, en 1963. Cree que en Cataluña ya existía una buena predisposición para recibir el Concilio. Él mismo llevaba años implicado en la reconciliación entre los cristianos de diversas iglesias, especialmente con los protestados. Y el Concilio "fue un soplo definitivo" que apoya este trabajo.

Dentro del espacio Memoria del Vaticano II relata esta experiencia ecuménica, especialmente a través de las rutas de Pax Christi. Botam ya vio que el Vaticano II sería "una asamblea para reconciliarse entre los cristianos" y que "no podía aceptarse que las minorías fueran perseguidas".

Como provincial vivió también la renovación de la vida consagrada. Y cómo el concilio se iba introduciendo en la vida religiosa "para situarse en el momento de la Iglesia y en búsqueda de justicia y de paz". 50 años después, fue "una siembra que perdura" y que "nos ha llevado a un momento esperanzador".

 

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