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Una amiga iraní, que profesa la fe bahá'í, me invita a participar a una reunión que tendrá lugar en su casa el domingo por la tarde. Se hablará sobre la situación actual en Irán. Participamos once personas, una de ellas acompañada de su hija muy pequeña. Solo conozco a la anfitriona, una excelente profesional en el campo de la psicología, que muestra un gran espíritu de acogida y hace fluir la reunión con naturalidad. Van llegando los invitados y se producen las presentaciones y los saludos. Los primeros diálogos, más bien informales, ya desde el primer momento entran a fondo sobre temas humanos, espirituales, sociales… En la comida, a modo de bufete, se sirven buenos manjares de cocina persa y abundante té. Un profesor iraní universitario joven que amplía sus estudios en Barcelona y una mujer defensora de los derechos humanos, conocida en foros internacionales, intervienen con exquisita sensibilidad, comunican su experiencia, argumentan con razonamientos bien fundamentados y transmiten una auténtica vibración espiritual. Ambos profesan también la fe bahá'í, captando la atención de todos los presentes.

Una pregunta no se hace esperar: ¿Por qué en Irán se persigue a los bahá'ís? El régimen actual que impera en el país se rige por una teocracia islámica chiita. Las minorías religiosas, como los cristianos y los judíos, tienen muchas restricciones, pero gozan de un cierto reconocimiento legal, que no tienen los bahá'ís, siendo como son la minoría mayoritaria con cerca de 350.000 seguidores. Su creencia en el profeta Bahá'u'lláh entra en conflicto con la consideración islámica de Mahoma como último profeta. Su credo se nutre de la paz que abraza a todas las personas y religiones, la igualdad entre hombres y mujeres, etc. El régimen iraní, a través de acusaciones falsas e infundadas, utiliza la prisión y la tortura para reprimir a los bahá'ís hasta llegar a su ejecución. Se les niega el acceso a la universidad y a determinados ámbitos laborables, tema especialmente sensible, porque los bahá'ís valoran en gran manera la formación, tanto en hombres como en mujeres, como instrumento de cambio social y apuestan por la resiliencia constructiva. La ignorancia adormece y lo saben. Hacen falta informaciones verídicas y conocimiento de datos para tener criterios fiables de comprensión y de conducta. En ellos, el deseo de mejorar su vida está profundamente conectado con el afán de mejorar la vida del entorno. No se trata de un proyecto individualista, como en muchos casos se puede observar sobre un crecimiento personal desvinculado de los demás.

Su experiencia personal está impregnada de sufrimiento, de miedo contrarrestado por la valentía y el compromiso, de creer en una causa mucho mayor que la burbuja de sus problemas. No dejan espacio para al odio, porque su esperanza radical es más fuerte que los inconvenientes y persecuciones que padecen. En nuestra sociedad, a menudo, se grita y se vocifera sobre muchos de los problemas de los que se conoce poco y por ello se realizan abordajes puramente emocionales sin una comprensión profunda de la situación real. Carne de cañón para la manipulación mediática. La persecución bahá'í se desconoce, porque está silenciada. Se trata de un tema fundamental de derechos humanos. Esta tarde de domingo ha sido una tarde especial, compartida en un clima de escucha y amistad.

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