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Catalunya Religió
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(Glòria Barrete –CR) Segundo día de invasión de Rusia en Ucrania. Tanques rusos ya han entrado en la ciudad de Kiev. A 150 kilómetros de la ciudad, en Nezhin, se encuentra el monasterio ortodoxo de la Anunciación. Catalunya Religió ha hablado con Igor Pashenko, el padre Ioasaf, monje ortodoxo del monasterio.

El padre Ioasaf explica que pese al inicio de la invasión de ayer la comunidad está como siempre, "seguimos haciendo el servicio a Dios y a la gente, nuestra vida cotidiana en el monasterio". Se encuentran en la provincia ucraniana de Txerníhiv, en el noreste del país. Pese a que ya esperaban el estallido de la guerra, el padre Ioasaf confiesa que "mantenían la esperanza de que no ocurriera". Reconoce que no tiene sentido atacar a un país con millones de personas y al momento rectifica el dato y afirma que hoy ya no sabe cuántos habitantes hay en Ucrania, "después de que haya huido tanta gente". Este monje ortodoxo explica que nadie ha forzado a nadie a vivir en Ucrania, un país que ya hace treinta años que escogió vivir así. "Es nuestra decisión, no estamos forzados por nadie, no puede que cualquiera nos invada".

Ante el ataque de Rusia hacia Ucrania, y como miembro de la Iglesia, el padre Ioasaf se pregunta cómo la Iglesia puede tomarse estos acontecimientos. "No se puede ir por la vida atacando, matando, nuestras armas y nuestras barricadas son el servicio y las oraciones". En su caso, unas oraciones que comienzan a las siete de la mañana y que no finalizan hasta las ocho de la tarde. "Esto es lo que hacemos y seguiremos haciendo".

La comunidad del monasterio no se plantea marcharse. "No podemos marcharnos, es nuestra manera de vivir, donde estamos siempre pidiendo por la paz". Reconoce que los cristianos ortodoxos "estamos en nuestro sitio, entre la tierra y el cielo". Evidentemente, entiende que la gente se vaya y huya en ese tiempo. "Cada uno se rebela como puede y a su manera".

El mensaje de la ciudadanía, afirma, "es defender su libertad, su tierra". ¿Cómo? En el caso de los cristianos vuelve a insistir en las demás propias armas, "la oración". A pesar de la confianza en la oración, reconoce que también aspiran, como todos, "a vivir con paz y tranquilidad como en el mundo democrático y civilizado". En Ucrania, explica, todas las Iglesias presentes "hemos hecho línea común".

Realidad religiosa en Ucrania

Principalmente en Ucrania existen dos Iglesias Ortodoxas. Una vinculada al Patriarcado de Moscú y otra vinculada al Patriarcado de Constantinopla. Son dos metropolis con un metropolitano cada uno. La de Constantinopla está encabezada por el metropolita Epifani I, y la dependiente de Moscú está encabezada por el metropolita Onufriy. "Son dos metropolis que están recordando a diferentes patriarcados". El padre Ioasaf pertenece a la iglesia ortodoxa ucraniana del Patriarcado de Moscú. La Iglesia ortodoxa de Constantinopla fue reconocida y legalizada hasta 2018, año en el que se produjo el reconocimiento de autocefalía de esta Iglesia.

Con la caída de la antigua URSS en 1991 se tomó la iniciativa de crear la rama ucraniana de la Iglesia, que ha costado años que se integre y sea reconocida. "Ahora todas las Iglesias conviven en Ucrania".

También en Ucrania se ha recuperado la Iglesia ortodoxa grecocatólica, que en el tiempo de Stalin no existía y estaba prohibida. "Han recuperado su espacio, sus templos en el oeste de Ucrania y tienen su representación allí". Sin embargo, son minoritarios.

El padre Ioasaf afirma que la Iglesia ortodoxa de Ucrania, independiente de Moscú, a pesar de la separación tiene bien presente a sus hermanos de la otra rama. "En las oraciones y en la liturgia tenemos una fórmula para recordar el Patriarcado de Moscú, nos aporta una unión proclamar la universalidad de toda la Iglesia". Son, explica, Iglesias separadas pero en ningún caso contrarias.

Descubrir la ortodoxia en Cataluña

De origen ucraniano, el padre Ioasaf se llama civilmente Igor Pashenko. En 1991 acaba teatro en Kiev y llega a Cataluña para ser profesor. Da clases durante cinco años en el Institut del Teatre en Barcelona. Vive durante veintidós años en Cataluña, de 1991 a 2013, que regresa a su país. "Cuando llegué en 1991 a Barcelona tenía un compromiso con la Iglesia muy superficial".

Es en nuestro país que entra en contacto con la iglesia ortodoxa y descubre la vocación. "Volví a mi país porque creo que aquí hay mucho trabajo por hacer por un cristiano ortodoxo y quería poner mi grano de arena". Cuando llegó en 2013 no sabía cómo hacer su servicio. "Hay que saber dónde ponerte, ser actor en una obra por ejemplo, donde el papel principal lo aporta Dios, hay que aprender, y esto he hecho y hago cada día aquí en el monasterio".

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