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Por Lluís Serra Llansana .
En Gerasa

Ayer, 11 de febrero, se cumplieron diez años de la renuncia del papa Benedicto XVI al pontificado. Esta decisión, realmente excepcional en la historia de la Iglesia, constituyó una sorpresa mayúscula. No había protocolos ni precedentes sobre cómo gestionarla. Esta novedad combinaba a la vez sensatez y riesgo. La coexistencia de «dos» papas, uno de ellos emérito, quedaba más en evidencia al llevar cada uno la sotana blanca, aunque estaba claro que hay un solo papa. No obstante, las aves carroñeras siempre sobrevuelan las posibilidades de extraer beneficios para sus objetivos particulares. Polarizar las dos figuras, enfrentarlas, ha sido un intento. La amabilidad con que el papa Francisco ha tratado el papa emérito y la discreción de Benedicto XVI, que ha sabido sumergirse en la penumbra y en una casi invisibilidad, han frustrado varios conatos de manipulación.

Georg Gänswein, el arzobispo alemán que ha acompañado durante veinte años como secretario particular al papa Benedicto XVI durante su pontificado y posteriormente tras su renuncia, es el autor del libro Nada más que la verdad, Mi vida junto a Benecito XVI, con la colaboración del periodista Saverio Gaeta. La noticia de la agonía y muerte del papa emérito, ocurrida el 31 de diciembre, coincidió con la noticia de la publicación de este libro que apareció en las librerías una semana después de los funerales en la plaza de San Pedro, el 12 de enero. No me pareció nada respetuoso, sino que reflejó la voracidad de una editorial al aprovechar esta coyuntura para sacar sustanciosos beneficios y la inoportunidad del arzobispo en dar más protagonismo a su libro que a la persona que durante tantos años había servido. Quizás tuvo buena intención, pero se dejó manejar o no supo comprender las palabras de Jesús: «Somos unos sirvientes que no merecemos recompensa: hemos hecho solo lo que teníamos que hacer.» (Lc 17,10). La distancia, la pausa, generan mayor objetividad y permiten poner las cosas en su sitio. El papa Benedicto XVI no necesita defensas de este estilo. Poner palos a las ruedas a la renovación que impulsa el papa Francisco solo satisface a los nostálgicos. Flaco favor. No obstante, quise leer el libro y no escribir sobre él hasta adquirir una opinión sobre su contenido. Solo voy a citar dos frases. La primera corresponde al papa Francisco y la pronunció el 5 de febrero en la rueda de prensa, al regresar de su reciente viaje apostólico a la República Democrática del Congo y a Sudán del Sur: «Creo que la muerte de Benedicto fue instrumentalizada por personas que quieren llevar grano a su molino. Y las personas que, de una manera u otra, explotan a una persona tan buena, tan de Dios, casi diría un santo padre de la Iglesia, esas personas no tienen ética, son personas del partido, no de la Iglesia.» La segunda, del propio arzobispo Gänswein, extraída de su libro: «La verdad sin amor puede volverse brutal y el amor sin verdad puede volverse banal.»

Complemento al artículo: «Nada más que la verdad»:
TRES PREGUNTAS A GEORG GÄNSWEIN
1. Tu libro ¿habla de la verdad o de tu verdad? Si fuera ese segundo caso, habría que modificar el título.
2. El libro anuncia que solo se centra en la verdad. ¿Qué lugar tiene el amor en su redacción? Reproduzco las palabras de tu libro que he citado al final: «La verdad sin amor puede volverse brutal y el amor sin verdad puede volverse banal.»
3. En diversos momentos, indicas que el papa Francisco había puesto a la consideración del emérito Benedicto XVI textos altamente importantes y significativos. En tu caso, tu libro, que estaba prácticamente escrito casi en su totalidad estando el papa emérito en vida ¿lo pusiste a la consideración de Benedicto XVI? Si lo hiciste, ¿qué te dijo? Y si no lo hiciste, ¿por qué? ¿Crees que hubiera recibido su aprobación?

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