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Por Lluís Serra Llansana .
En Gerasa

Václav Havel, hombre polifacético de gran relevancia política, tras pasar por la cárcel al haber luchado a favor de los derechos humanos, fue elegido presidente de Checoslovaquia durante la Revolución de Terciopelo. Tiempo después, tras acordar la separación de Chequia y Eslovaquia como dos Repúblicas independientes, fue elegido presidente de Chequia. Famoso es su pensamiento sobre la esperanza: «La esperanza no es la creencia de que algo saldrá bien, sino la certeza de que las cosas, independientemente de cómo salgan, tienen un sentido.»

En el último viernes de abril, las Cotxeres de Sants  en Barcelona acogieron el Encuentro de Educadores de las Obras Sociales Maristes de Catalunya, que comprenden 15 obras sociales, con 3.653 usuarios, atendidos por 134 profesionales y 128 voluntarios. En mi breve intervención, como apertura de la jornada, cité la frase de Václav Havel y califiqué el Encuentro como un canto a la esperanza. Esperanza que no hay que confundir con optimismo, ni con expectativa. El optimismo se centra sobre los aspectos más favorables de la realidad, con la convicción que acabará siempre bien. Focaliza sobre el resultado. La expectativa juega con el deseo de un futuro halagüeño, que si no acontece hunde en la frustración. La esperanza, que tampoco se reduce a espera, pone el énfasis en el sentido de lo que se hace, más allá del resultado que se obtenga.

Las personas, implicadas en el ámbito social desde diversas ópticas, como la educativa, laboral, psicológica, mediadora, etc., saben que su tarea es ardua. Afrontan situaciones muy difíciles, a veces extremas. Buscan atender niños, adolescentes, jóvenes, que viven en la marginación y en la exclusión. Saben que empoderar a sus destinatarios implica reconstruir, allá hasta donde sea posible, el tejido familiar, a menudo también muy deteriorado. Los éxitos llegan a cuentagotas. En una sociedad resultadista, a veces su dedicación resulta incomprensible. Su acción social tiene sentido, como lo tiene luchar por la justicia y por los derechos humanos. Actúan sin paternalismos, que prorrogan el sistema y dificultan la superación.

El sueño de los educadores de obras sociales, con su compromiso y su dedicación, posibilita que los descartados de la sociedad, que las personas más vulnerables, que aquellos que gozan de menos oportunidades… puedan realizar sus propios sueños. Havel, con los recursos de su fe católica, entendía que la esperanza, más que alimentarse de éxitos, se nutre de amor.

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