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Nadal i naturalesa
Foto: Miniatura de Guillaume Vrelant dins el llibre d'Hores d'Isabel la Catòlica.

¿Qué tienen en común estas dos palabras? Según la tradición cristiana, Navidad, palabra que proviene del latín natalis que significa nacimiento, es la celebración del nacimiento de Jesús mientras que la palabra naturaleza proviene de la raíz latina natus, que significa nacer. Por tanto, ambos términos hacen referencia al nacimiento y, en consecuencia, festejan la vida.

En los países europeos, Navidad se asocia a las celebraciones litúrgicas dentro del templo, a las comidas familiares en casa, a salir en familia para disfrutar de espectáculos conjuntamente... pero, si leemos los Evangelios, nos daremos cuenta de que buena parte de los hechos que se relacionan con el nacimiento de Jesús tuvieron lugar en el exterior, es decir, al aire libre. El evangelio de Lucas señala que María y José fueron a Belén para empadronarse y, mientras estaban allí, María dio a luz a su hijo, lo envolvió y le tumbó en un pesebre ya que no encontraron sitio en el hostal. El mismo evangelista también narra que cerca de Belén había unos pastores que vivían al raso y velaban el rebaño.

Se les apareció un ángel que les anunció que en Belén había nacido el Salvador. Una vez desapareció el ángel, los pastores decidieron ir a encontrar a María, José y el recién nacido para adorarle. El evangelio de Mateo explica el episodio de los magos venidos de Oriente siguiendo una estrella y que también tiene lugar al aire libre. La cometa los llevó delante mismo del niño Jesús y sus padres y se postraron ante el niño para ofrecerle oro, incienso y mirra. Pero con el paso del tiempo buena parte de las celebraciones se trasladaron al interior, bien de un templo, de una casa, de un teatro... En las casas e iglesias hacemos belenes para recordar los hechos maravillosos narrados por los evangelios.

Esta tradición, la de los belenes, la instauró San Francisco de Asís hace ochocientos años. El primer belén fue viviente. La noche del 24 de diciembre de 1223, en Umbría, Francisco pidió a algunos de sus contemporáneos que se situaran junto al altar para representar a María, José y el niño. El santo y el resto de los asistentes a la misa se convirtieron en pastores adoradores. Sabemos muy bien que todavía se hacen algunos belenes vivientes en nuestra geografía pero, la gran mayoría, se construyen con figuras de barro dentro de las casas y las iglesias.

Toda la historia relacionada con los pastores ha dado lugar a la obra teatral Els Pastorets que, en nuestra casa, mantienen una larga y antigua tradición. Han sido revisitados por autores diversos y muchos teatros catalanes los acogen cada año en su programación con gran éxito. 

Es evidente que el mundo ha cambiado mucho en dos mil años, pero si queremos revivir el espíritu primigenio de Navidad, tal vez, por los alrededores de ese día tan significativo en nuestro calendario espiritual, podríamos salir, bien abrigados, de oscuro a caminar alejándonos de la iluminación urbana, -que estos días aumenta considerablemente- para vivir el espectáculo de la bóveda celeste en toda su magnitud y, una vez en medio del campo, rodeados de naturaleza, renacer sintiéndonos un poco pastores mirando el cielo en busca de nuestra estrella.

Navidad y la naturaleza son un canto a la vida y a la luz en el momento del solsticio de invierno, un momento mágico en que la luz empieza a crecer de nuevo. Salimos, pues, a revivir la simplicidad y la fuerza de la bóveda celeste de noche para sentirnos parte del cosmos y recordar la humildad y la sencillez de los hechos que festejamos en Navidad.

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