Las clarisas celebran 50 años en Vilobí de Onyar: “Vivimos un momento privilegiado”

Miquel Codolar -CR Este año se cumple medio siglo que las clarisas se establecieron en Vilobí d'Onyar, en un entorno privilegiado en medio de la naturaleza, procedentes de Salt, donde iban viendo a su alrededor cómo se levantaban pisos. "Somos pequeñas, somos pocas, pero Dios ha obrado maravillas en estos 50 años a nuestro favor", explica a Catalunya Religió Clara, una de las nueve hermanas de la Fraternidad de Santa Clara de Vilobí de Onyar.

El pasado sábado lo celebraron con una eucaristía presidida por el obispo de Girona, Fray Octavi Vilà. En este aniversario, Clara, que adoptó ese nombre cuando entró en la comunidad, explica que no quieren hacer muchas cosas, pero sí aprovechar la ocasión para expresar el agradecimiento por los 50 años a Vilobí de Onyar y dar a conocer qué son las hermanas Clarisas y cómo viven.

Y agradecimiento, ¿por qué? Al final de la celebración del sábado leyeron un texto recordando la quincena de personas de Vilobí que entre 1970 y 1974, junto con el obispo Jaume Camprodon y el propio Ayuntamiento de Vilobí, que “realizaron el proyecto de construcción de este edificio, a pesar de las no pocas dificultades que surgieron” y que “espiritualmente han posibilitado” que la fraternidad siga siendo “una luz en el camino”.

Pero la historia de las clarisas en tierras gerundenses cumple muchos más años. En concreto, las hermanas clarisas llegaron a Girona en 1319, hace 705 años. Y guardan un pequeño "tesoro" que les recuerda esta historia. Se trata de la escultura de un eccehomo de mármol policromado, del siglo XIV que procede del primer convento de Gerona, hoy desaparecido. No acaban de entender cómo esta piedra ha llegado hasta la fecha.

“Mercé, la abadesa cuando fueron de Salt a Vilobí de Onyar, decidió coger un martillo, arrancarla de la pared y llevarla a Vilobí de Onyar”, explica Clara. Hasta hace poco la tenía guardada, pero un restaurador descubrió que es del siglo XIV y pertenecía al primer convento de Santa Clara. "Es un testimonio de la fidelidad de las hermanas a la llamada del señor, una pieza que ha acompañado la presencia de las clarisas en Girona", expone.

“En Vilobí estamos cerca de la gente y al mismo tiempo en un espacio muy adecuado para vivir nuestra vida contemplativa, con serenidad, tranquilidad y con un espacio que realmente es privilegiado, que Dios nos lo regaló en ese momento, muy adecuado para vivir lo que nosotros somos y nuestra espiritualidad y la vida comunitaria”. Al final de la explicación a Clara se le escapa un suspiro que define muy bien el espacio en el que viven.

¿Y a qué se dedican las clarisas? “¡El otro día en el aeropuerto uno me preguntó cuántos años llevaba trabajando como monja! Trabajando, ninguna. No es lo que hacemos sino lo que intentamos ser. E intentamos dar coherencia a lo que creemos, lo que nos llena por dentro, que nos hace respirar desde nuestro interior, la fe que hemos recibido, vivida con nuestro carisma”. Clara añade que en el día a día también hacen un trabajo personal y comunitario para ir creciendo como comunidad y para sacar adelante la casa. La vida comunitaria, para Clara es "simplemente compartir lo que somos y lo que tenemos y ponerlo al servicio de la hermana que lo necesita, compartir lo que somos". 

El carisma de san Francisco y santa Clara no se entiende sin la pobreza. Clara explica que San Francisco concretó más la manera de vivir de los franciscanos hacia la predicación, mientras santa Clara hizo que las hermanas se centraran más en apoyar el trabajo de los frailes con la oración, y trabajando de las propias manos, sin vivir de los otros. En su caso, fabrican las formas, el pan que se consagra a las eucaristías, que después distribuye el Centro de Pastoral Litúrgica en varias parroquias. 

¿Y cómo ve el futuro la hermana Clara? “Vivimos un momento privilegiado pese a las no pocas dificultades que tenemos. Creo que la Iglesia está en el buen camino, vivimos unos tiempos de purificación muy importante, de redescubrimiento del que da fuerza a la opción de vida, y en nuestro caso de la fe del evangelio de Jesús”, asegura la Clara. 

Todavía va más allá. “Quizás estábamos acostumbrados a que la Iglesia era una gran institución que tenía el poder y la gloria del mundo. Pero Jesús nunca buscó esa forma de vivir. Pienso que la Iglesia se ha dado cuenta de que es necesario, como dice Santa Clara, deshacerse de todo ese polvo y empezar de nuevo. Esto es lo que vivimos ahora. Estamos acostumbradas a muchos conventos y muchas vocaciones, pero realmente el seguimiento de Cristo es de pocos, lo dice el Evangelio”, puntualiza.

Y en la respuesta a la pregunta por el futuro, repite de diversas maneras que “debemos ser significativos por lo que somos, no por lo que hacemos, por lo que creemos, por lo que nos llena y da sentido a nuestra vida. Vivimos un momento de gracia y el futuro está en manos de Dios y en nuestras manos cuando nos dejamos guiar por su palabra y su espíritu”, añade. 

Los actos para celebrar el medio siglo no han terminado. El 14 de septiembre harán una jornada abierta de oración y celebración franciscana, y el 5 de octubre reflexiones sobre la espiritualidad de las clarisas por parte de la hermana Teresa Pujol del Monasterio de Santa Clara de Reus, y una conferencia de la historia de la fraternidad de Santa Clara por parte de la propia hermana Clara Fernández.