Comentario al evangelio del 3.º domingo durante el año. C
La experiencia creyente del pueblo de Israel fue, en un primer momento, consignada oralmente, posteriormente las tradiciones orales pasaron a ser escritas tomando formas literarias muy diversas, después se agruparon para formar los diferentes libros bíblicos del Antiguo Testamento. En el caso del Nuevo Testamento el proceso fue muy similar: pocos años después de la muerte de Jesús, las primeras comunidades recogieron dichos, relatos y enseñanzas de Jesús que, en un primer momento, se transmitían oralmente. Poco tiempo después tomaron forma escrita y de todo este material escrito se formaron los libros del Nuevo Testamento.
En el evangelio que leeremos este domingo (Lc 1,1-4; 4,14-21), Lucas empieza diciendo: “ son muchos quienes han emprendido la tarea de escribir un relato de los hechos que se han cumplido entre nosotros”. Quienes son estos muchos que en el momento en que Lucas se propone escribir el primer volumen de su doble obra han emprendido la tarea de escribir sobre Jesús? En aquel momento el material oral y escrito existente se supone era abundante y cuando habla de narración ordenada hace suponer que este material rondaba disperso y desordenado y de valor y categoría desiguales. Es muy posible que en un momento determinado hubieran más de cuatro evangelios. De momento sabemos que se valió del relato de Marcos, de la fuente de dichos sobre Jesús (la llamada fuente Q) y que a este material Lucas incorporó material proveniente de sus propias indagaciones y no habría de descartarse que conociera las tradiciones que nutrieron los evangelios de Mateo y Juan.
El texto de Lucas aporta una información muy valiosa sobre su manera de proceder y trabajar. Era una forma habitual en otros autores de su época. La composición de su discurso sigue tres pasos. En primer lugar la “investigación” que quiere decir recoger toda la información disponible, hoy diríamos un trabajo de campo; el segundo paso es “la ordenación” que implicará hacer una elección del material que realmente merece la pena y poner orden en un material muy variado y disperso; en tercer lugar la “exposición”, todo el material considerado apto habrá que formularlo con palabras y sentencias claras y entendedoras. El trabajo de Lucas se caracterizará, pues, por su integridad (informado de todo), su exactitud (minuciosamente), y su exhaustividad ( desde los orígenes).
Era costumbre dedicar los libros a personajes ilustres porque esto daba prestigio al escrito. Lucas dedica su doble obra a Teófilo. ¿Quién era Teófilo? Se han hecho muchas propuestas para identificar este personaje. Últimamente se ha abierto camino el ver en Teófilo el hijo de Anás y cuñado de Caifás y que entre los años 37 y 41 de nuestra era fue sumo sacerdote en activo. Lucas con su obra quiere responder a la pregunta crucial que se hacía Teófilo de si realmente Jesús a quien su padre y su cuñado habían hecho condenar por los romanos como sedicioso era realmente el Mesías de Israel.
Teófilo experimentó en carne viva la destrucción del templo y de la ciudad santa de Jerusalén y probablemente tuvo que exiliarse de la tierra prometida. Acuciado por el sentido de culpabilidad, vivía angustiado temiendo que la destrucción del templo y la ciudad eran un castigo divino por haber recusado al Mesías y haberlo librado a los enemigos de Israel. Entonces se vió forzado a recurrir a una persona cualificada que le pudo dar respuesta a la pregunta que le angustiaba sobre si Jesús era realmente el esperado Mesías de Israel.
Que Lucas haya dedicado su obra a Teófilo no quiere decir que este haya sido el único destinatario. Hay que pensar en un círculo más amplio de destinatarios. El evangelio de Lucas era leído y se lee en las reuniones de las comunidades cristianas, si no hubiera sido así no hubiera superado los condicionales necesarios para que la obra fuera admitida en el canon cristiano.
Domingo 3.º durante el año. 26 de Enero de 2025