Comentario a la primera lectura del 1.º domingo de Adviento. C
El capítulo 33 es el último capítulo del libro de la Consolación (capítulos 30-33), de él leemos un fragmento en la primera lectura de este domingo (Jr 33,14-16). Es una sección del libro del profeta Jeremías donde se combinan las acciones simbólicas, los oráculos proféticos, los relatos en prosa encaminados a transmitir al pueblo de Israel un mensaje de esperanza.
El texto empieza diciendo: “Venden días, lo digo yo, el Señor que cumpliré la promesa que tengo hecho a la casa de Israel y de Judá”. Esta expresión la encontramos en otros lugares del libro de Jeremías (7,32; 9,24; 16,14; 19,6; 23,5.7; 30,3; 31,27.31.38; 48,12; 49,2; 51,47.52) . La indeterminación temporal quiere decir que los destinatarios del mensaje no saben el día exacto en que lo que se anuncia se cumplirá y que lo que acontecerá entra de pleno en el plan que Dios tiene muy diseñado y determinado. El mismo capítulo 33 dice en el versículo 2 “El Señor, el Creador quien todo lo planea”.
La promesa del Señor se cumplirá. Es una advertencia para quienes dudan del cumplimiento de las profecías. Hay que tener presente el texto del Segundo Isaías cuando dice: “La palabra que sale de mis labios no volverá infecunda. Realizará lo que yo quería, cumplirá la misión que yo le había confiado ( Is 55,11).
La profecía recogida en este pequeño texto es una solemne afirmación de la perpetuidad de la monarquía davídica. En el capítulo 23 del mismo libro de Jeremías encontramos un fragmento casi idéntico: “Vienen días que haré nacer un rebrote legítimo al linaje de David. Reinará como rey sensato y defenderá en el país el derecho y la justicia. Lo digo yo, el Señor. En su tiempo Judá será salvado e israel vivirá seguro y le darán este nombre: “El Señor es nuestra salvación” (Jr 23,5-6).
La esperanza mesiánica, es decir, el advenimiento de un rey descendente de David adquirió formas distintas en la historia de Israel según las épocas y los ambientes. La forma más antigua de mesianismo tiene el cimiento en la escritura en la profecía de Natán que se encuentra en el capítulo 7 del segundo libro de Samuel: “Tu casa y tu realeza se perpetuarán por siempre jamás ante ti, tu trono se mantendrá por siempre jamás” ( 2Sa 7,16). Eco de esta profecía la encontramos en el primer libro de los Reyes en la respuesta de Dios a la plegaria de Salomón: “Si tú te comportas ante mí tal como se comportó tu padre David …. Yo consolidaré por siempre jamás en Israel tu trono real tal como prometí a tu padre David al decirle que nunca dejaría de haber un descendiente sentado en el trono de Israel” (1Re 9,4-5).
Tenemos por lo tanto dos elementos fundamentales del mesianismo que se cumplen en la profecía de Jeremías: un mundo feliz en un futuro imposible de precisar en el tiempo y la promesa del instrumento humano que lo tiene que llevar a cabo ayudado por los dones que Dios le otorgará, en este caso un descendiente de la dinastía de David.
La imagen del rebrote es de una gran viveza. El rebrote se refiere a un descendiente del rey David que a diferencia de los reyes a lo largo de la lamentable historia de Israel ejecutará la justicia y el derecho. El profeta Ezequiel usará más adelante esta imagen (Ez 17,22-24). De un gran árbol símbolo de los últimos monarcas orgullosos de Israel surgirá un nuevo rebrote, un nuevo rey. El rebrote no es un esqueje ordinario que intentará débilmente preservar un último vestigio del roble o cedro que antes era poderoso. Ahora se trata de una rama nueva que cumplirá el antiguo modelo de realeza israelita ejecutando la justicia y el derecho.
La justicia y el derecho son dos de las palabras preferidas de los profetas del Antiguo Testamento. Se refieren a las relaciones justas y equitativas entre las personas y a los tribunales imparciales que protegen a los débiles de los fuertes y defienden los derechos de quienes no tienen quién los defienda. Si la justicia y el derecho sostienen el trono de Dios de Israel, el trono del descendiente de David que ejerce la realeza como un instrumento del Señor, también tiene que ser sostenido por la justicia y el derecho.
1.º Domingo de Adviento. 1 de Diciembre de 2024