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QUIEN AMA PERDONA



Los versículos del libro de la Sabiduría (Sab 11,23-12,2 ), que leemos en la segunda lectura de este domingo han sido escogidos con el afan de ilustrar e interpretar el evangelio, que narra la popularmente conocida conversión de Zaqueo. Al margen de lo dicho, estos versículos del libro de la Sabiduría aparecen insertos dentro de un plan discursivo y una argumentación de mayor alcance.



Para situarlos dentro del conjunto de este libro bíblico, vale la pena percatarse de que el libro de la Sabiduría se puede dividir en tres partes. Una primera (cc.1-5) contiene, entre otras cosas, un conjunto de enseñanzas orientadas a incentivar la esperanza del justo perseguido por impíos y anunciar la desdichada fin de éstos en el juicio final. En la segunda parte (cc.6-9), el corazón del libro, la sabiduría es la compañera amada de Dios y de la vida del sabio. La tercera parte (cc.10-19) muestra cómo la sabiduría se ha dado a conocer a través de la acción de Dios en el transcurso de la historia del pueblo de Israel. Nuestro texto se encuentra en esta tercera parte del libro.



En esta parte se observa que gracias a la guía de la sabiduría, Adan pudo dominarlo todo; alejándose de la sabiduría Caín pudo matar a su hermano y fue la sabiduría que guardó Abraham irreprensible y protegió Lot en la destrucción de Sodoma, condujo Jacob por el buen camino y no abandonó José cuando estaba encarcelado; liberó el pueblo santo de una nación opresora. También fue la sabiduría de Dios - y este es el contexto que precede nuestra lectura - la que castigó a los egipcios idólatras. Al ser adoradores de animales pequeños, reptiles, escarabajos, los castigó, no con grandes fieras, sino con las plagas de mosquitos, ranas y langostas. Este ensañamiento contra los egipcios es indicio de las dificultades y tensiones que experimentaron los judíos que vivían en la ciudad egipcia de Alejandría, posible lugar de producción del libro de la Sabiduría.



El texto, que sigue es una digresión - y en ella se encuentra el texto de la lectura que hoy leemos - sobre el comportamiento de Dios con el pecador. Comienza afirmando el gran poder de Dios en contraste con la pequeñez de la creación. El poder de Dios se manifiesta en su misericordia. Él, que podría destruir, prefiere disimular los pecados de los humanos para que puedan arrepentirse. Y sigue con el punto fuerte de toda la argumentación: no es posible que Dios quiera la destrucción del pecador porque éste es producto de su creación y Dios ama todo lo que ha creado y en consecuencia si ama no puede destruir.



Es importante destacar en este texto el matiz dinámico del concepto de creación en contraposición al tono más estático que encontramos en el libro del Génesis. En este parece que Dios, una vez acabadas de crear todas las cosas, deja de intervenir en la creación, permitiendo que ésta vaya siguiendo su curso. Aquí cuando dice: " ¿Quién podría subsistir si tú no lo quisieras?" O que "tu aliento inmortal está presente en todas las cosas" da a entender que la subsistencia de las cosas, de las mujeres y los hombres es posible gracias a la permanente voluntad de Dios que quiere que el mundo sea y exista. La creación no es una realidad acabada, sino algo que se va construyendo permanentemente.



En su conjunto, la digresión amplia, a nivel universal, lo que sucede con los egipcios e Israel en lo que se refiere al perdón y protección respectivamente. Los egipcios han pasado a ser cualquier tipo de ser humano pecador e Israel cualquiera que crea en el Señor. Este universalismo encaja con el de un ambiente alejandrino que consideraba Dios el alma del mundo o espíritu que todo lo penetra.



Domingo 31 durante el año

3 de Noviembre de 2013

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