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El texto de la lectura litúrgica (1 Tm 6,11-16), que leemos este domingo comienza con una frase adversativa "pero tú, hombre de Dios, huye de todo esto". Esta construcción obliga a referirnos al texto inmediatamente anterior. En él el autor ha descrito la forma de proceder de los falsos maestros, que enseñan doctrinas incorrectas, están cegados por el orgullo, se dedican a las discusiones y disputas y pretenden enriquecerse con lo que hacen. A este comportamiento se contrapone lo que el autor pide a Timoteo: Buscar el bien, la piedad, la fe, el amor, la paciencia y la dulzura (v.11), librar el combate de la fe, alcanzar la vida eterna (.12), guardar el mandamiento (v.14). La expresión "hombre de Dios" la encontramos en el Antiguo Testamento aplicada a personajes que sobresalen por su carisma profético, Moisés (Dt 33,1; Js14,6; Jt13,6), Samuel (1Sa 9,6 -9), Semaías (1Re 12-13), Elías (1Re 17,18 ; 2 Re 4,10) , Eliseu ( 2Re 4,16-22). Se pretende otorgar a Timoteo categoría similar a la de estos personajes y, en la segunda carta a Timoteo, pasa a ser aplicada a todo el pueblo cristiano (2 Tm 3,17).



La lista de virtudes: piedad, fe, amor, paciencia y dulzura, es un pequeño catálogo, que se contrapone a otro pequeño catálogo de signo contrario de v.5, envidias, discordias, injurias, sospechas, altercados. Es interesante fijarse en la virtud de la piedad. Este término sólo se encuentra en las cartas pastorales y debe traducirse en el sentido que popularmente se le da de compasión o lástima hacia el dolor del que sufre. El sentido del término griego eusebeia, que traducimos por piedad se refiere al respeto a Dios, que se expresa en las prácticas de culto y supone también el respeto a los padres. En las cartas pastorales debe darse a piedad el sentido que tenía en la cultura romana. Originariamente servía para expresar la actitud respetuosa del hijo con el padre y la respuesta del individuo a lo divino; posteriormente se amplió al respeto a la patria y las autoridades. La pietas romana era una de las tres grandes virtudes, que debían tener las personas, junto con la gravitas y la dignitas y expresaba el respeto que se debe a lo que se ha aprendido referente a la divinidad, la familia, la patria y la humanidad entera para poderlo transmitir a las generaciones posteriores. Las cartas 1 y 2 a Timoteo usan el término para indicar las relaciones con Dios y las personas, tanto la actitud de Dios hacia la humanidad como la respuesta de fe del creyente respecto a Dios y a los demás. Este último sentido es el que más se ajusta al texto que nos ocupa.



Los últimos versículos de la lectura litúrgica contienen una doxología, término con el que se define una aclamación a Dios para rendirle honor y alabanza . El lenguaje que se usa es propio del judaísmo tardío, que presenta a Dios como un soberano inaccesible, aislado de sus súbditos en una impresionante sala de trono. La expresión rey de reyes, que el Apocalipsis aplica a Dios (17,14 ; 19,16), en el Antiguo Testamento es aplicada a los grandes soberanos poderosos (Dn 2,37 ; Este 7,12). Todo ello sirve para resaltar la trascendencia de Dios, que queda contrastada con la referencia a la humanidad y muerte de Jesús indicada por la confesión ante Pilato. Este hecho debe ser el espolón por el que Timoteo se comprometa a guardar el mandato recibido, que no debe entenderse como un precepto, sino como el imperativo de esparcir el mensaje de Jesús .



Domingo 26 durante el año

29 de Septiembre de 2013

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