Pasar al contenido principal

El evangelio de este domingo (Lc 9,18-24) consta de tres partes bien diferenciadas: 1) La pregunta de Jesús y la respuesta de Pedro sobre su condición de Mesías, 2) El anuncio de la muerte y la resurrección y 3) algunos dichos sobre la vida cristiana. El texto de Lucas es muy parecido al de Marcos y difiere de Mateo porque omite el elogio de Jesús a Pedro, después de que éste lo haya confesado como Mesías de Dios. Lo más relevante de la construcción de Lucas es la corrección de Jesús a las palabras de Pedro mediante el anuncio de su muerte. Esta corrección implica una orientación radicalmente opuesta al concepto de mesianismo que se deduce de la respuesta de Pedro. La cuestión no es vulgar, más cuando, en tiempos de Jesús, se daban diversas maneras de entender el mesianismo.



Para situar el problema vale la pena recordar que la esperanza de un mesías radica en el convencimiento de que un mundo mejor y feliz ocurrirá en el futuro, por obra de un mediador dotado por Dios de dones y cualidades especiales. El primer mesianismo es real porque éste mediador debía ser un descendiente del rey David.



Cuando se produce el retorno del exilio acontece un hecho curioso. Vuelven a Israel Zorobabel, último descendiente de la dinastía davídica y Josué. Ambos son considerados mesías, ungidos, uno el real y el otro sacerdotal. La competencia de poderes se resuelve otorgando la condición mesiánica tanto al poder real como al poder sacerdotal. Esto derivará en el futuro en formas diversas de entender el mesianismo. A la muerte de Zorobabel el mesianismo real perderá sentido y fuerza y
​​no volverá a resurgir hasta la llegada de la apocalíptica.



La literatura apocalíptica aportará una novedad a la idea mesiánica. El mesías dejará de ser un personaje histórico y pasará a ser un personaje sobrehumano, celestial, casi divino. Quien mejor plasmará esa figura será el Hijo del Hombre. Él deberá llevar a cabo el gran juicio en nombre de Dios; derribará los malvados, sobre todo reyes y gobernantes, enemigos de Israel e instaurará el reino de Dios sobre la tierra.

Dentro de esta literatura, aparecerá el s.IaC un obra, los Salmos de Salomón, que influirá enormemente en el pensamiento mesiánico del tiempo de Jesús. Ante la superpotencia romana no se ve otro camino de salvación que el resurgir de un caudillo enviado por Dios, descendiente de David, por tanto ungido, que conduzca a la victoria. Como se puede ver la esperanza mesiánica había entrado con fuerza en el pensamiento de Israel, pero tomó formas muy diversas a lo largo de su historia. Esto explica que en tiempos de Jesús el mesianismo fuera heredero de estas formas tan variadas y que el mismo Jesús tuviera que optar por un tipo de mesianismo y no otro.



A resultas de todo esto, en tiempos de Jesús los esenios de Qumrán esperaban dos mesías precedidos por un profeta, los fariseos esperaban al mesías cuando todo el mundo viviera en estricto cumplimiento de la ley, aparecían predicadores ambulantes y líderes revoltosos que se proclamaban mesías y, por qué no? , quizás los grandes sacerdotes de Jerusalén esperaban que alguno de ellos sería el esperado mesías. Es normal que Jesús quisiera aclarar las cosas tanto por lo que atañe a su opción personal, como por el concepto de mesías que desaba inculcar a sus discípulos. Al asociar mesianismo con la muerte y resurrección hay que entender que Jesús rechazó el mesianismo político triunfante. Si alguna figura mesiánica del Antiguo Testamento puede atribuirsele es la del siervo de Yahvé, el que muriendo hace justos a los demás.



Domingo 12 durante el año

23 de Junio
​​de 2013

Us ha agradat poder llegir aquest article? Si voleu que en fem més, podeu fer una petita aportació a través de Bizum al número

Donatiu Bizum

o veure altres maneres d'ajudar Catalunya Religió i poder desgravar el donatiu.