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La primera parte del capítulo 10 del evangelio de Juan está dedicado al conocido tema del buen pastor (1-22), la segunda parte (22-42) trata de las relaciones de Jesús con el Padre, pero, insertos en esta segunda parte hay unos versículos (27-30), que son un eco del tema del buen pastor, tratado anteriormente y que se ajusta al tema de las relaciones de Jesús con el Padre. Estos versículos (10,27-30) son los que leemos en el evangelio de este domingo.



El texto es breve, pero no deja de contener términos y expresiones de una gran riqueza teológica y de gran peso dentro del conjunto del evangelio de Juan. Uno de estos términos es la vida: "Yo les doy la vida eterna, nunca se perderán". Tan solo en las primeras líneas del Evangelio, damos con la presencia de este término. En el versículo 4 del prólogo (1,1-18) leemos: "En él estaba la vida y la vida era la luz de los hombres". El Logos / Palabra de Dios es la vida y, por lo que se desprende de la lectura de todo el prólogo, el Logos es Jesús. Pero, curiosamente, el término de la vida cierra el evangelio de Juan. En su primer final (20,30-31) se dice: "Porque creáis que Jesús, el Mesías es el Hijo de Dios y creyendo tengáis vida". Estas palabras son de importancia capital porque muestran que la obtención de la vida se convierte en el fin último y primordial de la existencia cristiana, de tal manera, que la misma fe (creer) y la confesión de que Jesús es el Hijo de Dios se convierten en los instrumentos o los pasos, que deben llevar a la obtención de la vida. De igual forma se expones en el diálogo con Nicodemo (7,15). Leemos también en 5,24: "El que oye mi palabra y cree en el que me ha enviado tiene la vida eterna". Aquí hallamos unidos: escuchar, creer y vida. Una cosa lleva a la otra. Es un esquema semejante al que se halla en nuestro texto: Escuchan mi voz, me siguen, les doy vida. El tema de la vida se halla también en el discurso del pan de vida (6), la resurrección de Lázaro (11) y la oración de Jesús (17,3).



Hay que conocer la situación de la comunidad, que dio origen al evangelio de Juan para captar el sentido de otras expresiones presentes en el texto que nos ocupa. Parece ser que un grupo de judíos emigra hacia Asia Menor, establecidos allí, entran en contacto con la sinagoga local, que acaba expulsándolos. La expulsión del ciego de nacimiento de la sinagoga (9,34), sería una huella dentro del evangelio de Juan de esta situación. "Las ovejas conocen mi voz", es decir, la voz de Jesús se impone en contra otras voces, las de la sinagoga o de sus dirigentes. "Ellas me siguen". Ante la oposición sinagoga o Jesús, ahora es a éste a quien la comunidad debe seguir. "Nadie me las arrancará de las manos". Las tensiones entre los dos grupos hubieron de ser muy fuertes. Las presiones para mantener los seguidores de Jesús en las filas del judaísmo, antes de la expulsión, fueron seguro muy intensas. El poder del Padre para retener las ovejas / comunidad junto a Jesús es más fuerte que el poder de los dirigentes de la sinagoga que lo quieren impedir.



La sinagoga se caracteriza por no haber aceptado la luz de Jesús, lo que conlleva el rechazo a la vida. Pero la comunidad que ha hecho la opción del seguimiento a Jesús, camina en la luz, que la ha de llevar, en definitiva, a la vida: "El que me sigue no camina a oscuras, sino que tendrá la vida "(8,12) El seguimiento es garantía de vida.



Domingo 4 º. de Pascua

21 de Abril de 2013

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