Se ha escrito mucho sobre el relato de la anunciación a María, pero siempre hay unos aspectos sobre los que se ha insistido menos que en otros. Uno de ellos contempla las abundantes referencias al Antiguo Testamento que se encuentran en el texto. Vale la pena detenerse en algunas de ellas para darse cuenta de todo lo que puede decir Lucas con unas breves expresiones.
Comencemos por el nombre de José. Cuando se habla de él se elogia su disponibilidad y apertura hacia Dios pero se rebaja lo que el nombre tenga que ver con pasajes del Antiguo Testamento. José es el undécimo de los hijos de Jacob. Se le conoce por ser el protagonista de la narración contenida en los últimos capítulos del libro del Génesis. Aparece como un hombre virtuoso, que rechaza la mujer de Putifar, se preocupa de los compañeros de prisión y perdona a sus hermanos. A retener de la narración un detalle: en la muerte de Jacob es quien junto con Judá recibe una bendición más larga. El autor del Génesis está preparando la influencia que en el plano político tendrán las dos tribus del reino del norte: Efraín y Manasés, agrupadas en el nombre de José y la tribu de Judá, que formará el reino del sur.
Lucas recuerda que José es descendiente de David. Curiosidad digna de tenerse en cuenta. Acabamos de ver que José es un nombre vinculado al reino de norte. David es el nombre por excelencia vinculado al reino de sur. Los dos territorios (salvo el corto período los reinados de David y Salomón) siempre vivieron con rivalidad. Judá siempre quiso imponer su superioridad, pero el reino de norte era más rico y próspero. Incluso, desaparecido el reino del norte, la rivalidad se mantuvo entre lo que, en tiempos de Jesús, eran las provincias de Samaria y Judea. Quiere mantener Lucas la supremacía de David haciéndolo descendiente de José? o quiere simplemente juntar los dos nombres, anticipando la actividad de Jesús que pasa por territorio samaritano para ir a Jerusalén, rompiendo los esquemas de separación de los territorios? Nos inclinamos por la segunda opción.
En el relato de Lucas, el ángel dice a María: "Él está contigo", "no temas". Son dos expresiones repetidamente usadas en el Antiguo testamento con las que Dios dirige a los grandes personajes de la historia de Israel. Yo estaré contigo dice a Isaac (Gn 26,3), a Jacob (Gn 32,13), a Moisés (Ex 4,12), a Josué (Jos 1,9), a Salomón (1 Re 11,38) . No temas le dice a Abraham (Gn 15,1), a Moisés cuando el rey Og le sale al paso (Nm 21,34), a Josué ante la ofensiva de los enemigos (Jos 10,8), Elías antes de enfrentarse al rey (2 Re 1,15), a Ezequiel (Ez 2,6), Daniel (Dn 10,12). A menudo, sin embargo, las dos expresiones se encuentran unidas, así lo encontramos en este pasaje de Lucas. Lo encontramos en el momento antes de que Isaac establezca un pacto con Abimelec (Gn 26,24); en el libro del Deuteronomio en el imperativo a hacer la guerra contra los enemigos (20,1), dirigidas a Josué antes de la conquista de la tierra (9,1);a los profetas alentándolos a no desfallecer en su misión (Is 41,10; Jr 1,8); puestas en boca de David, encomendando a Salomón la construcción del templo (1Cr 28,10).
Todos estos pasajes del Antiguo Testamento tienen unos denominadores comunes que explican porque Lucas ha aplicado estas expresiones a la persona de María. Todos los personajes a los que Dios habla son personajes importantes y relevantes. María se incorpora al mencionado colectivo. Siempre se dan en situaciones complicadas y, en ocasiones, al límite. La misión de María es definitiva en el conjunto de la historia de la salvación. Dios suple las carencias originadas por la debilidad humana, pero, a la vez, confía en las propias capacidades de la persona, María, la pequeña esclava del Señor estará a la altura y sabrá hacer cumplir el encargo que Dios le encomienda.
Domingo 4º de Adviento 21 de Diciembre de 2015
