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LA PACIENCIA DEL LABRADOR



Un fragmento de la carta de Santiago, (St 5,7-10) leemos hoy, tercer domingo de Adviento. En él sobresalen tres temas: la recomendación a tener paciencia, el ruego a no enfrentarse los unos con los otros y tomar a los profetas como modelo.



La recomendación a la paciencia se explica por la desazón producida por la espera de la segunda venida de Jesús. La comunidad cristiana a quien va dirigida la carta de Santiago sufre el mismo problema que otras muchas comunidades destinatarias de los escritos tardíos del Nuevo Testamento. La primera generación cristiana vivió la espera del regreso con una gran intensidad y el convencimiento de que el hecho era inminente. El retraso, que, a fuerza de años, iba convirtiendo el retorno de Jesús en una realidad más retórica que real, ablandó poco a poco el ardor inicial y algunas comunidades cayeron en la monotonía de la cotidianeidad bajando el listón de la exigencia moral.



La carta de Santiago se vale de la imagen del campesino, que espera pacientemente que las lluvias lleguen y hagan brotar el fruto de la tierra (v.7). El fruto vendrá seguro, sólo hay que esperar, sin inquietarse ni precipitar los acontecimientos. El planteamiento representa un cambio de registro respecto a los textos de los sinópticos que, al hablar del regreso de Jesús, postulan el hecho de velar en tensión y los nervios por la incertidumbre del momento. En estos pasajes prevalece en la imagen del siervo que no sabe la hora que el dueño regresará o la del ladrón que se presenta sin aviso. La carta de Santiago no hace hincapié en la sorpresa o la incertidumbre del momento, sino en asegurar que - al igual que las cosechas, que tarde o temprano, según el clima, seguro que llegan - también antes o más tarde el retorno se producirá.



"No os quejéis hermanos unos de otros " (v.9). El autor está preocupado por los problemas internos de la comunidad. Las relaciones entre sus miembros son conflictivas. Seguramente el tener paciencia debe aplicarse también a las relaciones con los hermanos. De hecho la advertencia es un eco de otras similares, que el autor ha repartido en el capítulo anterior: " De dónde proceden las guerras y la contiendas entre vosotros?" (4,1): " No habléis mal los unos de otros .... ¿Quién eres para juzgar al prójimo?" (4,11 s) Todo ello hace pensar que llegaban a presentar ante los tribunales las peleas entre hermanos. El autor no puede aprobar de ninguna manera este comportamiento. Recuerda que sólo hay un juez. "Orad los unos por los otros " dirá más adelante ( 5,16 ). Esta será la mejor solución para superar las rivalidades entre hermanos.



Si, tal como consideran los comentaristas, el autor de la carta es un judío convertido, es lógico que tenga un buen conocimiento de las dificultades que pasaron los profetas para poder predicar. Pone el ejemplo de la paciencia de los profetas en el sufrimiento. El texto no permite deducir en quien estaría pensando, pero, si se hace un repaso por el Antiguo Testamento, se puede descubrir la paciencia de los profetas ante el sufrimiento causado por las dificultades en la predicación. Elías debe huir de la persecución de Jezabel (1Re 19,3). Isaías es enviado, a pesar de saber que no será escuchado (Is 6,9-10). Jeremías sacudido por una crisis interior (Jr 20,7-8). Amós expulsado de Betel porque incomodar el rey (7,10-13). Daniel echado al foso de los leones por seguir orando al Dios de Israel (Dn 6). El resumen perfecto y avalador de todo este repaso las palabras de Jesús: " de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros " (Mt 5,12). Paciencia, pues, buena tanto para la espera del Señor como para las relaciones con los hermanos.



Domingo 3 º de Adviento

15 de Diciembre de 2013

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