CONSEJOS PARA LA ESPERA
En la segunda lectura de este domingo leemos un pequeño fragmento de la segunda carta a los Tesalonicenses (2,16-3,5). Debemos considerar que este escrito del Nuevo Testamento se confeccionó en el momento en que ya se había escrito la obra auténtica de Pablo y los sinópticos. Es un momento que se caracteriza por la consolidación de las comunidades cristianas y que no se puede precisar con exactitud cronológica, dado que dicha consolidación no se produce simultáneamente en Asia menor, Grecia o Roma, sino que cada zona sigue su propio ritmo.
Entre la literatura cristiana posterior a Pablo y los evangelios sinópticos, la segunda carta a los Tesalonicenses podría formar parte de un grupo de escritos junto con Efesios y Colosenses. Su característica más significativa es que intentan complementar el pensamiento del apóstol, a pesar de que las aportaciones de los autores se distancien notablemente del pensamiento de Pablo.
La comunidad de la ciudad de Tesalónica había recibido el impacto de la predicación de Pablo y un sinfín de atenciones encaminadas a la consolidación de la comunidad. En el momento en que se escribe la carta -mediados del s.II- la zona de Grecia y Asia Menor vive una época de bienestar, resultado de la política y organización imperiales. Sea porque surgieron predicadores, alertando de los peligros de la buena vida, sea porque cualquier idea tiende a resurgir de vez en cuando, el caso es que se produjo un resurgimiento de la esperanza apocalíptica, es decir, el convencimiento del inminente retorno de Jesús . Esta esperanza jugó un papel importante en las comunidades cristianas como estímulo para mantener la fidelidad y el seguimiento a Jesús. Pablo había predicado el inminente regreso de Jesús y esto se puede ver con claridad en la 1a de las cartas a los Tesalonicences ( 4,13-5,11 ), pero este retorno históricamente no se producía, entonces se hacía necesaria una nueva manera de formular la esperanza del retorno o explicar con claridad que este no se producía .
El texto de la lectura litúrgica recoge una serie de recomendaciones que, leídas al margen de toda referencia, pueden ser aplicadas a muchísimas situaciones. El contexto general de la carta y la finalidad con que esta se escribe permite que sean leídas como las recomendaciones del apóstol ante la tardanza del advenimiento definitivo de Jesús.
La expresión "buena esperanza " (v.16) lo usaban las religiones mistéricas para referirse a la beatitud después de la muerte. Aquí, sin embargo, hay que entenderla como un don que Dios concede en el tiempo de la espera, que debe vivir el cristiano. El verbo sterizô (v.17), que encontramos repetido en 3,3, significa fortalecer, aguantar o sostener con mucha firmeza. Cuando la espera se hace larga, la tentación de desfallecer es muy fuerte, el peligro de abdicar de la fe recibida es grande, entonces es necesario el sostenimiento, el fortalecimiento, la firmeza y la solidez para mantener vivo el seguimiento a Jesús.
En el texto del evangelio de Lucas, que habla del advenimiento del Hijo del Hombre, Jesús recomienda velar y orar (Lc 21,36). Es lo mejor que se puede hacer durante la espera. Aquí se pide la oración a fin de que la palabra del Señor sea siempre difundida. La espera podría llevar al cansancio y al abandono de la tarea de difundir la palabra del Señor.
Jesús vendrá. El autor, como Pablo, estaban de ello bien seguros porque Dios es fiel y no se desdice de sus decisiones; a esta fidelidad de Dios hay que responder con la perseverancia, otra actitud muy propia del tiempo de espera.
Domingo 32 durante el año
10 de Noviembre de 2013