Cualquier interpretación de un texto bíblico está condicionada por la cultura de su tiempo. El intérprete es hijo de su momento histórico y de una cultura concreta y de ello no se puede desembarazarse. Todo lo que diga y exponga lo hace con el instrumento cultural que le proporciona su época. No hay una interpretación virgen o neutral, esto no quiere decir que no deba aplicar ningún esfuerzo para ser fiel en descubrir lo que realmente el texto dice y significa. Igualmente lo dicho debe aplicarse a auditorio. Toda interpretación va destinada a una comunidad, hija también de una cultura. El intérprete debe hacer que su interpretación sea luz y abra caminos, a menudo nuevos, a fin de que el oyente se mueva en comodidad por dentro el texto.
Esto es motivo de consideración cuando se pretende comprender el texto del evangelio de este domingo (Lc 10,38-42). Narra el conocido episodio de la estancia de Jesús en casa de Marta y María. Marta ajetreada con las tareas caseras de acoger el huésped Jesús se queja de que su hermana María no le ayude y, sorprendentemente, Jesús no le da la razón.
Marta no hace otra cosa que poner en práctica las costumbres de hospitalidad habituales entre los judíos. La acogida al viajero era algo que se daba por descontado (Lc 10,8). El término con que se describe lo que hace Marta "diakonia" coincide con el verbo que describe el comportamiento modélico del discípulo de Jesús "el que manda debe ocupar el lugar del que sirve (" diakoneo "). De entrada nada que decir con lo que hace Marta. De hecho, visto con los ojos actuales, cuando una gran cantidad de voluntarios se dedican a ayudar a los demás, en un momento de durísima crisis económica, el comportamiento de Marta se ajusta al comportamiento ideal del cristiano de hoy y, sin embargo, Jesús no le da la razón. Esto causa sorpresa e incomprensión al lector moderno.
Para entender las palabras de Jesús, se debe analizar el comportamiento de Marta con criterios no condicionados por el altruismo humanitario propio de nuestros días. Hay que poner el acento no en lo que hace Marta, sino en cómo lo hace. El hacer de Marta equivale al trasiego de la casa y al cumplimiento de un deber llevado a la máxima expresión. En el hacer de Marta se esconde la desazón para cumplir con lo que está mandado por la ley. De hecho la práctica de la hospitalidad deriva de un imperativo del libro del Levítico que alienta a asistir al forastero. El verbo "perispômai", que traducimos por "estar atareado" aporta comprensión en la manera de hacer de Marta, en este contexto tiene un tono peyorativo, porque significa "estar en tensión para todos lados", "estar abstraído, inquieto, distraído ". Es decir, se produce un desbordamiento de actividades desproporcionado, que impide ver lo esencial del instante presente. Cuando Lucas en el texto dice que Marta se dirige al Señor y es el Señor quien habla y no Jesús, no será que está insinuando que atender el forastero ocasional no está al mismo nivel que el trato con el Señor?
A Marta acogedora Lucas contrapone la actitud de María, sentada a los pies del Señor, escuchando su palabra. La postura corporal es la típica del discípulo (Pablo a los pies de Gamaliel Act 22,3). Ella ha escogido la mejor parte en sintonía con el salmo 16,6: "Señor heredad mia ... la parte que me ha tocado es deliciosa, me encanta mi heredad ". Escuchar la palabra de Jesús pasa por encima el cumplimiento de la ley. Mil y una actividades, sin una referencia a la palabra pueden convertirse en un sin sentido. Y, dado el cuadro que construye Lucas: Jesús solo con dos mujeres, totalmente atípico en el judaísmo de su tiempo, tal vez haya en el texto un toque de alerta a las primeras comunidades para no encomendar a las mujeres el servicio y dejar solo para los los hombres la comprensión y predicación de la palabra.
Domingo 16 durante el año
21 de Julio de 2013
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