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El Jubileo es una práctica revolucionaria tanto en el ámbito personal como en el colectivo. Una visión edulcorada impide comprender su significado más profundo. El papa Francisco, la vigilia de la pasada Navidad, inauguró el Jubileo 2025 con la apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro en el Vaticano. Dos textos bíblicos resumen su esencia. El libro del Levítico traza sus características propias: «Declarad santo el año que hace cincuenta. Proclamad la libertad a todos los habitantes del país. Este año será el año jubilar. Quienes se habían vendido el patrimonio, lo recobrarán. Quienes se habían vendido a sí mismos, regresarán a su clan. Cada cincuenta años es un año jubilar.» [25,8-22]. Jesús, haciéndose eco del capítulo 61 del profeta Isaías, lo define a su modo: «El Espíritu del Señor reposa sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a llevar la buena nueva a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad y a los ciegos el retorno de la luz, a poner en libertad a los oprimidos, a proclamar el año de gracia del Señor.» [Lc 4,16-21]. El contenido de ambos textos presenta muchas semejanzas. Actualmente, el jubileo ordinario se celebra cada 25 años, con el mismo espíritu y similares objetivos.
La palabra reset del lenguaje informático sirve para comprender una dimensión clave del jubileo. Se trata de reiniciar, de recuperar los valores originales, de volver a empezar. Implica un sentido de conversión personal y de reconciliación con Dios y con los demás, en un trasfondo de libertad esencial. Una consecuencia es la indulgencia plenaria, pero no es su objetivo. Restablecer las relaciones, renovar la convivencia, dar prioridad a las obras del amor… vividas como un año de gracia del Señor. Abrirse al don es más importante que centrarse en la conquista personal. El lema: «Peregrinos de la esperanza» orienta este año hacia una virtud teologal que posee una fuerte carga antropológica. La esperanza juntamente con el perdón son los dos railes por donde se desplaza este año jubilar.
En la vida eclesial, el jubileo tiene una importancia indiscutible. En la vida sociopolítica, existen fórmulas como la amnistía y el indulto, que tienen gran calado. En España, la Ley Orgánica 1/2024, de 10 de junio, de amnistía para la normalización institucional, política y social en Cataluña, publicada en el «BOE» núm. 141, de 11/06/2024. está sumida en el caos, la arbitrariedad y el incumplimiento. Se aplica a determinados colectivos y se niega a otros, cuando perdonar y ser perdonados es tarea de todos. La incapacidad de afrontarlas con madurez no augura un buen estado de salud social, menos aun de salud política, sino que refleja una polarización agresiva. La intransigencia, incluso la venganza, acaso más por motivos tácticos electorales y por luchas de poder, imposibilitan recuperar el tejido de la convivencia. Todos estamos implicados en los problemas de fondo, desde diferentes registros y con distintas responsabilidades.
El Jubileo 2025 no es solo una propuesta individual, sino también colectiva. No hay que olvidarlo. Tenemos un año por delante.

 

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