Existe una preocupación bastante generalizada para comprometerse en el crecimiento personal. Seminarios, cursos, libros… no faltan. Centros de meditación y mindfulness difunden sus ofertas. Terapias psicológicas, coaching… para sedientos del trabajo interior. La vida contemplativa de los monasterios aumenta su atractivo. Oriente y occidente confluyen en orientar a las personas que demandan ráfagas de luz para no se engullidos por la incerteza.
Simone Weil, en su libro La persona y lo sagrado, sugiere un punto que considero básico para quienes optan per emprender el camino del crecimiento personal y del trabajo interior. Quisiera destacar cinco aspectos, partiendo de sus textos. Primero: «Si un espíritu cautivo ignora su propia cautividad, vive en el error». Quien no se conoce a sí mismo y no es consciente de su ego, que lo tiene cautivo, vive en el error. Cualquier trabajo que emprenda será un proceso a ciegas. Segundo: «Si la ha reconocido [la cautividad], aunque sea durante una décima de segundo, y se ha apresurado a olvidarla para no sufrir, sigue inmerso en la mentira». Ya no está en el error. Ahora ha visto la verdad, pero su ego sufre al descubrirla. Como no quiere recorrer un nuevo camino, permanece instalado en el error, que deja de serlo porque se transforma en mentira. Ouspensky traza una definición de la psicología como «el estudio de la mentira». Tercera: «Hombres de inteligencia extremadamente brillante pueden nacer, vivir y morir en el error y la mentira. En ellos la inteligencia no es un bien, ni siquiera una ventaja». La inteligencia no inmuniza contra el error y la mentira. A veces, constituye un velo que las encubre. Hombres y mujeres, que deslumbran por su inteligencia en los diversos ámbitos: político, empresarial, económico, social, académico, eclesial, deportivo… ignoran lo más básico de sí mismos. Es bastante fácil advertir que ni se dan cuenta. Cuarto: «Un espíritu que percibe su cautividad podría disimulársela. Pero si siente horror a la mentira no lo hará. Tendrá entonces que sufrir mucho. Se golpeará contra los muros…» Pasará malos tragos, pero comenzará de nuevo, si hace falta. No es fácil, pero se llega a la convicción de que este es el camino que hay que recorrer. Teilhard de Chardin lo había entendido con claridad: «No hay ningún progreso en el ser sin algún misterioso tributo de lágrimas, de sangre y de pecado». Cinco: «Puede que aun siga cautivo (…) En adelante posee la llave, el secreto que derriba todos los muros. Está más allá de eso que los hombres llaman inteligencia, está donde comienza la sabiduría». La inteligencia se vincula más a la parte mental y no es suficiente para acceder a la sabiduría, que apela al ser y a la profunda consciencia de sí y de la realidad que está más allá de sí.
El trabajo esencial arraiga en la verdad, el amor y la libertad, que son los tres antídotos del ego personal. Sin humildad, no se avanza. Hay que estar siempre vigilante. No es una teoría que ilustra, sino una experiencia que transforma.
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