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Por Jordi Llisterri i Boix .

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Me van a perdonar pero creo que la Iglesia debería pronunciarse más claramente sobre la prisión incondicional de los Jordis y los consellers. Algunos mitrados lo hicieron de una manera más o menos explícita en noviembre, pero estamos en una situación que cuanto más llueve, más clama al cielo. Jordi Cuixart, Jordi Sánchez, Oriol Junqueras y Joaquim Forn.

Me ha impulsado a plantearlo un artículo de hace unos días en El Periódico de Núria Iceta, persona vinculada a numerosas iniciativas eclesiales. Respondía a una petición muy simple de la pareja de Jordi Cuixart: "Si consideras injusta prisión preventiva y tienes un altavoz, denunciala". Nuria Iceta hablaba desde una perspectiva personal y social. No lo puedo decir mejor: "La prisión de los Jordis y de los consellers ha roto el vaso de barro de la convivencia, lesiona los mecanismos de la política y entorpece nuestro avance colectivo de país". Otros laicos destacados del mundo católico nada sospechosos de independentistas se ha manifestado en el mismo sentido.

Digámoslo con una frase de Jesús: "Si estos callan, gritarán las piedras" (Lc 19,40). En el momento que vive el país, hay pocas situaciones que desde diversas ideologías causen hoy tanta perplejidad en la sociedad catalana. Algunos hablan de rehenes y de presos políticos, otros de desproporción. Pónganle el nombre que deseen pero esta prisión es injusta.

Ante una injusticia me gustaría que se hablara más con los altavoces y la autoridad de la Iglesia e incluso que lo visualizará con visitas a los privados de libertad.

Hay argumentos que pueden mover a la prudencia eclesial. No los veo suficientes.

-No todos los católicos piensan lo mismo. Pero si cada vez que los católicos tienen opiniones diversas sobre un tema que no es doctrinal los representantes de las instituciones católicas tuvieran que callar, habríamos estado mudos desde la institución del primado de Pedro.

-La Iglesia no debe meterse en política. Cierto, el Evangelio no habla ni de la independencia de Cataluña ni de la unidad de España. Pero hay algo que se llama Doctrina Social de la Iglesia que aterriza mucho más en las situaciones políticas. Es complejo el discernimiento sobre la aplicación de la Doctrina Social en casos concretos como la situación de Cataluña. Pero aquí nos movemos en lo que es justo y lo que no lo es. También creo que es un pronunciamiento bien eclesial cuando el cardenal Lluís Martínez Sistach decía hace pocos días que "es un problema político y debe solucionarse políticamente". No en los tribunales.

-La Iglesia debe mantenerse neutral. Y esto llevaría a decir que sólo debería pronunciarse con apelaciones al diálogo y a la convivencia. Está muy bien y es una de las principales aportaciones que puede hacer la Iglesia. De diálogo y convivencia nunca se va sobrado, pero tampoco estamos en un escenario donde el problema principal es que nos vamos pegando bofetadas por la calle. Y la neutralidad, cuando hay una injusticia, no es neutra. El tema de fondo son los derechos, y cuando no se respetan es cuando se rompe la convivencia. De todos los errores que se pueden criticar a todas partes, no hay ninguno comparable a privar de libertad injustamente (o al uso de la violencia).

-Si están en prisión es porque se han saltado la ley. Pero por ahora nadie ha sido condenado por ningún delito. Y todo el mundo sabe que la telaraña judicial sobre el procés acabará en los tribunales europeos y ya veremos con qué resultados. Las dudas sobre el procedimiento judicial las han manifestado también juristas de todas las tendencias políticas y Amnistía Internacional. Y, sin ser juristas, todos nos hemos podido formar nuestra opinión leyendo los documentos que emanan de las instancias judiciales. Mientras tanto, hay cuatro padres de familia en la cárcel y muchos otros amenazados en volver a entrar

-Los independentistas han ido contra el ordenamiento constitucional. Bueno, la Constitución no es un texto sagrado y también da cabida al aborto, a la eutanasia o a las parejas homosexuales. Y aquí estamos hablando de derechos y convicciones. El ajuste o no la Constitución creo que no debe ser el último parámetro de valoración desde las consideraciones eclesiales.

-Hay muchas otras situaciones injustas en las cárceles. Cierto, pero no responden a un problema colectivo ni afectan a representantes revalidados por la confianza de los ciudadanos el 21D. Y, en este caso, tampoco parece que se esté dando a los presos todas las facilidades para tener la asistencia religiosa a la que tienen derecho.

No estoy pidiendo estolas amarillas en Cuaresma. No hay ningún color del ciclo litúrgico que sea el amarillo. Creo que es una situación injusta con una amplia repercusión sobre las esperanzas y las angustias de nuestro pueblo y que, si se tiene un altavoz, se debe denunciar.

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