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Foto: UNHCR/D. Kashavelov. CC BY-NC.

Domingo XXV del tiempo ordinario. Ciclo B.
Barcelona, ​​20 de septiembre de 2015

Según el evangelio de Marcos, hasta tres veces insiste Jesús, camino de Jerusalén, en el destino que le espera.
Su entrega al proyecto de Dios no acabará con el éxito triunfal que imaginan –y desean los discípulos. Al final habrá resurrección pero, aunque parezca increíble, Jesús será crucificado.
Los discípulos deben saberlo.
Pero los discípulos no lo entienden. Y tienen miedo de preguntar.
Ellos siguen pensando que Jesús les aportará poder y prestigio. No piensan en otra cosa.

Al llegar a Cafarnaún, Jesús les hace una sola pregunta: ¿De qué discutíais por el camino?
Los discípulos
–callan
–guardan silencio como si fueran mudos.
Les da vergüenza decirle la verdad al Maestro.

Mientras Jesús les habla de entrega y de fidelidad, ellos están pensando y discutiendo sobre quién será el más importante. No creen ni en la igualdad ni en la fraternidad que busca Jesús.
De hecho, lo que los mueve es la ambición y la vanidad: ser superiores a los demás.
¿No seguimos, nosotros, discutiendo de cosas semejantes?

La iglesia ¿debe renunciar a sus privilegios o debe buscar con desazón
poder social?
el apoyo político?
¿A qué congregaciones y movimientos hay que dar importancia y a qué arrinconar?
¿Qué teólogos merecen el honor de ser considerados ortodoxos y correctos y cuáles deben ser silenciados y marginados?
¿Sólo los hombres tienen que acceder al sacerdocio o también las mujeres?

Ante el sospechoso silencio de los discípulos, Jesús se sienta y los llama. Tiene el máximo interés en que la escuchen bien y, sobre todo, que lo entiendan. Lo que les va a decir, ahora mismo, de ninguna manera debe ser olvidado.
Y ¿qué les dice? Les dice esto: "El que quiera ser el primero, deberá ser el último de todos y servir a todos."
¿Qué quiere decir esto? Según Jesús, en su movimiento no hay que mirar tanto a los que ocupan los primeros lugares y tienen
–nombre
–títulos
– y honores.

¿Quiénes son, pues, los realmente importantes?
Importantes son los que sin pensar en su nombre, prestigio o tranquilidad personal, se dedican sin ambiciones de ningún tipo y con total libertad a
–servir
–colaborar
–contribuir generosamente al proyecto de Jesús.

Debemos tener bien presente en el pensamiento y en la acción: lo decisivo, lo importante no es quedar bien ante la galería mundana, ante el teatro y la comedia del mundo.
Lo realmente decisivo y lo de verdaderamente importante es hacer el bien a los que más lo necesitan, es decir, a los últimos en la escala social.¿
¿Es esta nuestra dinámica operativa?
¿Lo es o no lo es?

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